Aplausos y un minuto de silencio recibió la fotógrafa Nadja Massün (1963-2022) fallecida el pasado 10 de mayo, dos días antes de la inauguración de Encuentros afortunados, exposición de 48 imágenes suyas en blanco y negro, y un video documental, en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF).
Un altar de flores, coronado con una foto de la autora franco-húngara, radicada en Oaxaca desde 1999, se había instalado en la sala, lugar de la muestra, que cada vez lucía más reducida debido a la gran cantidad de familiares, amigos, colegas y público que llegó.
Con estudios en economía y ciencias políticas, Massün inició su experiencia de trabajo en la Ciudad de México, con la Organización de Naciones Unidas. Posteriormente, se trasladó a Oaxaca donde participó en proyectos productivos y de desarrollo con comunidades indígenas de la Sierra Juárez y la región mixe.
Atraída por el cine y la fotografía, en Oaxaca participó en distintos talleres del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, fundado por Francisco Toledo. A partir de 1999 se dedicó a la actividad fotográfica y desde 2006, también al video documental.
Aquejada por una enfermedad repentina, Massün estuvo al pendiente de la exhibición hasta el momento de su muerte. Marco Barrera, responsable de la curaduría y diseño de Encuentros afortunados, junto con Karen Cheirif, habló de su trabajo con la expositora en el sentido de “utilizar el espacio del MAF de la mejor manera posible. Aunque Nadja no podía venir a la Ciudad de México, siempre estaba en contacto con los planos y los textos”.
Fotos como haikus
Barrera dio lectura al texto introductorio que sus familiares “alcanzaron a leerle a Nadja la noche del 9 de mayo, que la hizo levantarse de la cama y hacer un gesto aprobatorio”. Para Massün, “el objetivo de su exploración del mundo no es la fotografía en sí; lo es el registro de sus encuentros, que no siempre son fortuitos, pues en ocasiones pueden partir de un juego, de un diálogo con quien es retratado. Nadja propicia esta reunión a través de su mirada generosa, de asombro, de su mirada lista a dejarse tocar por el mundo. El acto fotográfico de Nadja es un acto generoso”, se expresa en el texto.
Las imágenes tomadas en países como Cuba, Marruecos, Estados Unidos, Bélgica y diferentes regiones del sur de México, se hacen acompañar por poemas breves o haikus. “Nadja decía que un grupo de fotos encontradas era como un haiku. Tratamos de buscar haikus existentes; sin embargo, ninguno se adaptaba a la perfección. Entonces, se nos ocurrió invitar a varios poetas, enviarles las fotos sin decirles nada. Cada poeta escribió un haiku con base en lo que le inspiró la imagen en cuestión. Varios poetas mandaron hasta cinco opciones y Nadja escogió sus favoritas”, señaló Karen Cheirif.
También tomó la palabra Bakuza Massün, hija de la homenajeada, quien con un nudo en la garganta se refirió a la obra y el amor de su madre.
Daniel Vargas, director del MAF, recordó que hace años “Nadja se presentó en el museo y planteó la exposición.
En ese primer encuentro se gestó una energía y el sueño de ver materializada esta muestra, tan representativa de su universo íntimo, sus familiares, viajes, encuentros y desencuentros. Se nos atravesó la pandemia, los cambios administrativos, la sorpresiva enfermedad, entre otras cosas, sin embargo la exposición siempre estuvo sobre la mesa”.
Encuentros afortunados, de Nadja Massün, permanecerá hasta el 7 de agosto en el Museo Archivo de la Fotografía, ubicado en República de Guatemala 34, Centro Histórico, en la Ciudad de México.