Encuentro de Arte Rebel y Revel
ué se puede hacer? ¿Quiénes pueden hacerlo? ¿Cómo? Son preguntas profundas para, desde abajo, hacer algo para que la juventud mexicana pueda vislumbrar un presente con futuro. O un presente menos oscuro. Sin miedo. O con menos miedo. ¿Cómo recobrar el respiro pausado, la alegría de un futuro común y en común? ¿Dónde la esperanza? No mucha, sólo la suficiente para seguir luchando. O para seguir buscando. La resignación al apocalipsis no pocas veces es sinónimo de cinismo y/o parálisis. ¿Dónde el alivio, que no la salvación? El arte y la cultura, dicen los zapatistas, son una posibilidad. Ellos, que han hecho de todo y para todos.
Entre el 13 y el 20 de abril se reunirán en territorio del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) más de mil artistas de Alemania, Argentina, Bélgica, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Escocia, España, Estados Unidos, Francia, Galiza, Grecia, Guatemala, Inglaterra, Irlanda, Italia, Japón, México, Palestina, Perú, Polonia, Sudán, Suiza, Turquía y Venezuela para participar en el Encuentro de Arte Rebel y Revel, en el caracol Jacinto Canek y en la sede del Cideci, San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Al emblemático sureste mexicano arribarán expresiones del arte autogestivo, independiente, insubordinado y, no pocas veces, no permitido por la cultura dominante, pues su esencia es antimercantilista y, por lo tanto, les resulta amenazante. Y sí, puede que la música, la poesía, la escultura, la danza y el cine que cuentan otro mundo resulte no sólo un respiro, sino la representación del mundo que buscamos y merecemos.
Arte textil, arte sonoro, fotografía, gráfica, marionetas, narrativa, bordado, magia, circo, tatuajes, cerámica, artivismo y decenas de expresiones artísticas serán expuestas por más de 480 grupos e individuos, a los que se sumarán 500 zapatistas, quienes, como se sabe, traen el arte en las venas. Y en la historia.
Contra la muerte, la violencia, el patriarcado, el racismo, el miedo y, en suma, contra el capitalismo, va el arte que no tiene permiso, la alegría insubordinada, la denuncia poética como respuesta y alternativa común. Porque nunca más Teuchitlán para los y las jóvenes. Y porque los zapatos sean símbolo de baile y no necesarias huellas de la memoria.