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El presidente Monroe no tiene que revolcarse en su tumba
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▲ El de Chancay, en Perú, es el primer puerto inteligente y verde de Sudamérica y fue construido con capital chino e inaugurado el año pasado.Foto Xinhua
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l marco de la diplomacia de China se puede resumir en cuatro frases: las grandes potencias son la clave, los países vecinos son la prioridad, el mundo en desarrollo es la base y la diplomacia multilateral es el escenario. En el vocabulario diplomático de China, el mundo en desarrollo se refiere principalmente a los países subdesarrollados, en desarrollo o a los menos desarrollados de Asia, África y América Latina.

Es bien sabido que la relación de China con América Latina se ha desarrollado rápidamente en las áreas política, económica y cultural. Sin embargo, esta relación de beneficio mutuo ha causado gran preocupación, inquietud e incluso vigilancia por parte de Estados Unidos. No es de extrañar que las diferentes administraciones de Estados Unidos se hayan esforzado mucho por contener la presencia de China en América Latina, haciéndose eco del legado histórico de la Doctrina Monroe para mantener a las potencias externas fuera del hemisferio occidental. El caso más reciente es la presión del presidente Trump sobre CK Hutchison, un conglomerado con sede en Hong Kong, para que venda sus puertos del Canal de Panamá.

La Doctrina Monroe

En 1823, el entonces presidente de Estados Unidos, James Monroe, pronunció un discurso ante el Congreso. Parte de este discurso se convirtió en los tres componentes clave de su doctrina: (1) No colonización. Las Américas ya no estaban abiertas a nuevas colonias europeas; (2) No intervención. Las potencias europeas no deben inmiscuirse en los asuntos políticos de las naciones independientes del hemisferio occidental; y (3) Neutralidad. Estados Unidos no se involucraría en guerras o conflictos europeos.

Sin embargo, como muchas personas señalan, la Doctrina Monroe pronto se convirtió en una herramienta para el imperialismo estadunidense, tratando a América Latina como el patio trasero dentro de su esfera de influencia.

Por ejemplo, en 1904, el entonces presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, afirmó que Estados Unidos tenía derecho a intervenir en las naciones latinoamericanas en casos de inestabilidad económica, agitación política o interferencia europea. Esto condujo a numerosas intervenciones militares estadunidenses en países como República Dominicana, Haití, Nicaragua y Cuba, a menudo para proteger los intereses comerciales estadunidenses. La justificación para las intervenciones de Estados Unidos en América Latina fue denominada como Corolario Roosevelt, aparentemente una extensión de la Doctrina Monroe.

Sigue siendo relevante hoy en día

Es interesante notar que la administración Obama trató de abandonar la Doctrina Monroe con el fin de mejorar las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Por ejemplo, el 18 de noviembre de 2013, el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, dijo en una reunión de la Organización de Estados Americanos, con sede en Washington, que la era de la Doctrina Monroe había terminado. Declaró: La relación que buscamos y que hemos trabajado arduamente para fomentar no se trata de una declaración de Estados Unidos sobre cómo y cuándo intervendrá en los asuntos de otros estados americanos... Se trata de que todos nuestros países se vean unos a otros como iguales, compartan responsabilidades, cooperen en cuestiones de seguridad y se adhieran no a doctrinas, sino a las decisiones que tomamos como socios para promover los valores e intereses que compartimos. Sus palabras fueron recibidas con un prolongado aplauso por parte de los participantes latinoamericanos en la reunión.

Sin embargo, tras la llegada de Trump a la Casa Blanca en 2017, la Doctrina Monroe volvió a ser utilizada como arma por Estados Unidos para mantener su hegemonía en América Latina. El 2 de febrero de 2018, en vísperas de su visita a América Latina, durante una sesión de preguntas y respuestas después de un discurso en Austin, Texas, el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, sostuvo que la Doctrina Monroe no está muerta ni obsoleta. Según este alto funcionario de la administración Trump, la Doctrina Monroe, equivalente a una declaración del siglo XIX de la primacía de Estados Unidos en el hemisferio occidental, es claramente un éxito y sigue siendo tan relevante hoy como lo fue el día en que se escribió. Proclamó que Estados Unidos no lo abandonaría porque China y América Latina están cada vez más cerca.

Relaciones de beneficio mutuo

La cooperación de China con América Latina se basa en el beneficio mutuo y no está dirigida a terceros. Como modelo de cooperación Sur-Sur que prioriza el progreso compartido en lugar de la competencia geopolítica, esta relación bilateral es una asociación que busca el desarrollo y la prosperidad comunes, donde ambas partes pueden aprovechar sus respectivas fortalezas para lograr un mayor progreso.

En primer lugar, la inversión de China en la infraestructura, minería, manufactura, agricultura, y otros sectores de América Latina, ha facilitado en gran medida el crecimiento económico de la región, y las relaciones comerciales también han beneficiado a su economía de muchas maneras. Incluso el Consejo de Relaciones Exteriores, un grupo de expertos estadunidense, reconoció: China es el principal socio comercial de América del Sur y una fuente importante tanto de inversión extranjera directa como de préstamos para energía e infraestructura, incluso a través de su masiva Iniciativa de la Franja y la Ruta.

En segundo lugar, el desarrollo de las relaciones de China con América Latina es la aspiración de las dos partes. En la era de la globalización, cualquier nación soberana puede tener el derecho de promover sus lazos con cualquier otra. Si bien América Latina puede tener relaciones comerciales y de inversión con Estados Unidos, puede hacer lo mismo con China. Al mismo tiempo, China también puede comerciar con América Latina e invertir allí.

Por último, pero no menos importante, dado que la cooperación de China con América Latina ha beneficiado a la economía de la región, una América Latina más próspera es buena para la seguridad nacional de Estados Unidos, al reducir la migración ilegal y el tráfico de drogas que fluyen hacia la frontera entre Estados Unidos y México. Por tanto, Estados Unidos debería estar agradecido con las relaciones comerciales y de inversión entre China y América Latina.

Alguien dijo que, si el presidente Monroe pudiera ver que las relaciones de América Latina con China han sido tan estrechas, sin duda se estaría revolcando en su tumba. Sin embargo, en realidad, no tiene por qué hacerlo.

* Investigador sénior del Instituto Charhar