l gobierno de Donald Trump continúa a toda máquina la destrucción de la economía y el tejido social estadunidense. Ante el rechazo de Pekín a aceptar en silencio la imposición de aranceles de 54 por ciento (34 establecido la semana pasada sobre el 20 vigente con anterioridad) a sus exportaciones hacia Estados Unidos, el magnate dobló la apuesta con una tarifa adicional que elevará hasta 104 por ciento el recargo a las mercancías chinas. Mañana entrarán en vigor los aranceles de 34 por ciento a algunos productos estadunidenses establecidos por la potencia asiática en respuesta al embate trumpiano, y también se espera que la administración de Xi Jinping fije su postura frente a la nueva andanada. Por otra parte, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) indicó a los migrantes con permiso de residencia temporal bajo el programa CBP One que abandonen el país de inmediato. No se sabe a cuántas personas les llegó la notificación de expulsión, pero son más de 900 mil quienes se acogieron a ese plan de la era Biden que también les daba una licencia de trabajo.
El delirio arancelario contra China sólo puede conducir al desastre. Antes de la escalada de 50 por ciento, los fabricantes estimaban que los aranceles encarecerán en al menos 37 por ciento la ropa y calzado, 30 por ciento los videojuegos, 27 por ciento los teléfonos celulares, 22 por ciento los materiales de construcción y 10 por ciento los equipos de diagnóstico médico, por mencionar sólo algunos rubros en que se verán afectados los consumidores estadunidenses. El último de los enlistados es muy significativo en tanto que Estados Unidos ya es el país con los costos de atención médica más elevados y también se verá sometido a alzas por otros conceptos: China provee al mundo casi 30 por ciento de los ingredientes crudos utilizados en la fabricación de medicamentos esenciales, un tercio de las mascarillas desechables y casi todos los guantes de plástico empleados en el sector sanitario. En cuanto a la posibilidad de suplir las importaciones con producción nacional, vale señalar que en Estados Unidos se necesitan hasta 10 años –y nunca menos de cinco– para construir una nueva planta farmacéutica y hacerla cumplir con los requisitos regulatorios. Como ilustra el ejemplo anterior, abrir una guerra comercial contra la mayor potencia industrial del planeta es arriesgado; hacerlo sin ningún tipo de preparación es pura estulticia.
En cuanto a la cancelación de los permisos de permanencia temporal, debe puntualizarse que se suma a la revocación de la libertad condicional
otorgada a 532 mil personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, así como al fin del Estatus de Protección Temporal (TPS) para 600 mil venezolanos y unos 500 mil haitianos, de momento detenido por un juez. Es decir, que la Casa Blanca quiere sacar de una vez a dos millones de seres humanos contra quienes ni siquiera tiene el argumento de la ilegalidad
, pues su estancia se encuentra perfectamente regulada y registrada.
El asunto es que las deportaciones no son, como afirman Trump y sus subordinados, un asunto de seguridad nacional
, sino un espectáculo de sadismo diseñado para complacer a los sectores más retardatarios del electorado republicano. Por ello, al toparse con dificultades para localizar suficientes migrantes en situación irregular para nutrir de imágenes nuevas a su audiencia, el magnate echa mano de extranjeros que tienen todos sus papeles en regla, con la cruel paradoja de que su estatus legal los hace fácilmente rastreables para sus perseguidores. Más allá de la catástrofe humanitaria, la medida supone eliminar de un día para el otro a millones de integrantes de la fuerza de trabajo, que son también consumidores de negocios de todos tamaños y contribuyentes del fisco tanto local como federal. De este modo, el trumpismo ha creado por decreto un agujero económico que sólo suele ocurrir durante las peores crisis del capitalismo. La irracionalidad es total si se considera que está eliminando su mano de obra más confiable al mismo tiempo que pretende relanzar su sector industrial.
Ante la barbarie que se propaga al norte del río Bravo, a México sólo le queda prepararse para recibir a los connacionales que retornen por su pie o de manera forzosa, así como a los extranjeros que decidan quedarse aquí ante la imposibilidad de alcanzar el cada vez más sombrío sueño americano. Por ahora, la escalada trumpiana contra el gigante asiático podría favorecer a la economía mexicana, pero el desorden mundial desatado por Washington constituye una advertencia acerca de la necesidad de diversificar las relaciones comerciales y revisar un modelo productivo excesivamente dependiente de la exportación.