Un caballo de Troya en el gobierno
ás allá de los problemas que ha causado la presidencia del mal, la de Trump, hay asuntos que deben preocupar a nuestros gobernantes.
Con el sigilo de los truhanes, una fuerza política que muy seguramente será un fardo tarde o temprano para la presidenta Sheinbaum, por decir lo menos, se ha venido apoderando de espacios de decisión en el aparato gubernamental.
El recuento de los lugares que ahora acapara podría llamar a alarma porque, como es sabido, el grupo no trabaja para la idea de gobierno que ahora está en el poder, sino para sus propias ideas y con sus propios métodos.
La alianza entre la familia Alcalde y los Batres se ha vuelto cada vez más preocupante. El asunto que ahora se desarrolla bien merece la atención de todos, porque por más que parezca un asunto inocuo tiene una carga negativa innegable.
Resulta que en los últimos meses se ha registrado en el Tribunal de Conciliación y Arbitraje un número sorprendente de nuevos sindicatos. A la fecha ya hay 66 registrados en lo que va del año. La cifra lo dice todo, y decimos que serán un factor de cuidado para el gobierno porque todas esas organizaciones pertenecen a trabajadores al servicio del Estado.
Además de los sindicatos que ya conocemos y que lo mismo paran hospitales que escuelas, se sumarán otros que tienen como fin presionar a las instancias de gobierno para ganar espacios políticos.
Sería muy preocupante señalar que la relación entre el gobierno y sus empleados es tan injusta que se requiere de nuevas instancias que puedan regularlo en momentos en que las condiciones de trabajo han mejorado sustancialmente.
Tampoco parece un argumento sólido el charrismo sindical si estamos claros en que los paros, los bloqueos y todas las armas de presión habidas y por haber han sido utilizadas por los miembros de esas organizaciones que poco o nulo caso hacen a sus supuestos liderazgos.
Todos somos testigos de las manifestaciones callejeras, de las protestas que carecen de liderazgos que ya no los representan, pero, antes de ir a una elección que cambie las cosas, prefieren construir nuevos organismos de representación que, además, fragmentan la fuerza de los organismos.
Entonces hay, abiertamente, otras razones, y desde luego otras manos que buscan manejar al gremio con la complicidad, increíble, de algunas autoridades que forman parte de la tribu voraz que cada vez quiere apoderarse de un pedazo más de los instrumentos de gobierno del país. Aguas.
De pasadita
Dicen que en las reuniones de seguridad que se efectúan cada mañana hay una silla que si bien no queda vacía, sí llama la atención porque ahí debería estar presente un secretario que hoy más que nunca tendría que estar bien enterado de lo que pasa en las cosas de seguridad.
Es verdad, este funcionario, en el que muchos habían puesto sus ilusiones, se ha desinflado, tal vez porque cuando aceptó el cargo no tenía idea de qué tan profundos y complicados serían los asuntos de la cartera que asumiría.
Desde hace rato los miembros de la mesa de seguridad saben que el funcionario no va a llegar y que en su lugar llegará un representante, que si bien está enterado de lo que sucede y ha manejado el asunto desde hace un buen rato, no es la representación que se esperaba en una reunión de muy alto nivel.
La presidenta Sheinbaum prometió que en diciembre habría ajustes en su gabinete; eso, hasta el momento, no ha sucedido y hay constancias de que no todo el aparato jala parejo. Aguas.