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Estrecha colaboración de espionaje en los años 60

Archivos de Kennedy muestran colaboración entre México y la CIA

La agencia de EU trabajó con López Mateos y el entonces jefe de la Dirección Federal de Seguridad, Rodolfo Echeverría // El pacto fue que ambos gobiernos compartirían la información interceptada

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▲ Documento desclasificado sobre el asesinato del presidente estadunidense John F. Kennedy
Corresponsales
Periódico La Jornada
Martes 11 de febrero de 2025, p. 20

Washington y Nueva York., La orden del mandatario Donald Trump de abrir todo el archivo secreto del gobierno relacionado con el magnicidio del presidente John F. Kennedy en 1963 probablemente no ofrecerá pruebas de un complot de la CIA, pero entre otras cosas sí revelará más detalles sobre la colaboración entre la CIA y los gobiernos de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz para espiar a figuras de la oposición política mexicana, refugiados políticos de otros países, incluyendo estadunidenses y guatemaltecos, y sobre diplomáticos cubanos y soviéticos en México.

El gobierno mexicano hoy día podría expeditar la divulgación de estos documentos si llama públicamente a que Washington revele los detalles sobre esta colaboración en los años 60, coinciden un juez y dos expertos estadunidenses sobre estos archivos de la CIA entrevistados por La Jornada. Esto es también parte de la historia de México, señaló Jefferson Morley, ex periodista del Washington Post, quien se ha dedicado a la investigación del asesinato de Kennedy durante 30 años.

Explicó a La Jornada que fue la visita del supuesto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, a la Ciudad de México seis semanas antes del magnicidio y el espionaje de la CIA de sus movimientos que revelaron primero las dimensiones de la colaboración entre la agencia y el gobierno mexicano. La CIA, trabajando con López Mateos y el jefe de la Dirección Federal de Seguridad Rodolfo Echeverría, siguieron a Oswald, lo fotografiaron y grabaron sus conversaciones con funcionarios de las embajadas de Cuba y la Unión Soviética en México. El solo hecho de que la CIA estaba monitoreando a Oswald en la Ciudad de México ha nutrido la especulación de que la agencia misma de alguna manera está involucrada en el asesinato de Kennedy, sea directamente o por su fracaso para evitarlo.

La CIA resistió revelar detalles de este espionaje aun en los años 90, comentó el juez John R. Tunheim, quien encabezó la llamada Junta de Evaluación sobre Asesinatos establecida por el Congreso en esa década para promover la divulgación de todos los documentos secretos oficiales sobre el asesinato. Más de 3 mil documentos no han sido totalmente divulgados hasta hoy, lo cual se ha justificado en parte por preocupación de que el gobierno mexicano podría oponerse o molestarse con la divulgación de estos archivos. El carácter de esa cooperación y los detalles de esa cooperación eran considerados sensibles en los 90. No veo ninguna razón por esa sensibilidad hoy, comentó el juez a La Jornada.

El investigador experto Morley señaló que el propio gobierno mexicano ha lanzado un proceso de desclasificación de documentos oficiales, notablemente sobre el periodo de la llamada guerra sucia de los 70. ¿Y si la presidenta Claudia Sheinbaum dijera queremos saber de esto; esta es nuestra historia también. Por favor podrían desclasificarlo?, pregunta. El juez Tunheim agregó que ya que la CIA trabajó y compartió información con esos gobiernos mexicanos, el país podría tener parte de esa información en sus propios archivos que podrían ser útiles en dar más pistas sobre el asesinato de Kennedy.

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▲ Lee Harvey Oswald, asesino de John F. Kennedy, en imagen de noviembre de 1963, escoltado por policías de Dallas.Foto Ap

Lo que sabemos de los documentos ya divulgados es que el centro de intervención telefónica estaba ubicado en un edificio del gobierno mexicano, y la manera en que la CIA obtuvo la cooperación de los mexicanos fue que les dijeron que compartirían las grabaciones con ellos, explicó Morley.

Los mexicanos brindaron la infraestructura, el personal y la gente que estaba escuchando las comunicaciones (la CIA también tenía a su propia gente escuchando), pero había una sala grande de mexicanos transcribiendo las grabaciones, así de cercana era la relación.

La renuencia o fracaso del gobierno estadunidense en divulgar todos los archivos relacionados con el asesinato de Kennedy ha llevado a comisiones de expertos, investigaciones legislativas y una industria de teorías y especulaciones sobre el magnicidio durante más de medio siglo. La película JFK, de Oliver Stone, obligó al Congreso a aprobar una ley en 1992 que resultó en la creación de la Junta de Evaluación sobre Asesinatos que encabezó Tunheim, y la divulgación de casi otro millón de documentos relacionados con el asesinato. Esa junta proclamó que la divulgación final de todos los documentos relacionados al caso Kennedy debería ocurrir para 2017, pero la CIA frenó esa divulgación final y/o divulgó documentos que estaban aun ampliamente censurados.

La decisión de Trump de divulgar el archivo completo sobre el asesinato de Kennedy, así como los relacionados con los asesinatos de su hermano Robert F. Kennedy y el reverendo Martin Luther King, supuestamente es resultado, en parte, de la presión de Robert Kennedy hijo, quien es un aliado del presidente y ha sido nominado para secretario de Salud y Servicios Humanos del nuevo gobierno. Otra voz cercana al mundo de Trump, el influyente conductor de televisión conservador Tucker Carlson, también ha cabildeado por la divulgación de todos los documentos secretos, pensando que se revelará que tiene la razón en pensar que la CIA asesinó a Kennedy.

Al preguntarle si estos documentos ofrecerán pruebas de algo así, Morley comentó: lo que hemos aprendido en los últimos 10 años es que la historia oficial no es la verdad. No tiene sentido ante la totalidad de las pruebas. Agregó: ¿Qué sucedió? Creo que el peso de la evidencia es que el presidente fue asesinado por enemigos dentro de su propio gobierno que tenían la capacidad para hacer que pareciera otra cosa, de trasladar la culpa sobre alguien más. Esa es una técnica clásica de la inteligencia. Yo no tengo una teoría, veamos los archivos.

Al leer algunos de los documentos hoy día es difícil evaluar qué tanto de estos informes son resultado de un agente buscando complacer a sus jefes y qué tanto es preciso. Fulton Armstrong, ex agente de inteligencia que trabajó, entre otras cosas, para la CIA y la Casa Blanca, advierte a La Jornada de que sólo porque algo está en un documento secreto oficial no necesariamente es verídico, sobre todo lo producido por una agencia que no siempre da prioridad máxima a la verdad cuando una mentira puede servirle mejor a sus intereses.