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Bordadora atrapa en hilos los colores de la pirotecnia y los exhibe en el Franz Mayer
 
Periódico La Jornada
Martes 4 de febrero de 2025, p. 5

En sus textiles bordados, la artista española radicada en México Marta Moreno (Úbeda, 1982) acerca al espectador a lo que sucede en el cielo, específicamente, los efímeros fuegos artificiales, con el fin de que perduren y puedan ser tocados.

Bordar el fuego, exposición en el Museo Franz Mayer (avenida Hidalgo 45, Centro), es resultado de una residencia artística de Moreno en la galería hispano-mexicana Proyecto H, tiempo en el que desarrolló la serie Hanabi, o fuego artificial en japonés. Para ello, investigó en Internet en torno a los fuegos artificiales, algo que siempre ha llamado su atención por su carácter celebratorio y porque algunos se ven como flores y otros como espirales, lo cual le parecía mágico.

Así, Moreno encontró las primeras ilustraciones que se hicieron para promover la venta de fuegos artificiales, realizadas por el japonés Jinta Hirayama en 1877. Con el fin de dar a conocer su producto para su distribución en Occidente, el empresario mandó diseñar un catálogo ilustrado con todas las formas posibles a la disposición del cliente. El trabajo de Moreno ha consistido en reproducir esos diseños en textil, con base en la técnica de punch needle.

La pirotecnia se inventó en China; sin embargo, sólo era en amarillo y rojo. Jinta Hirayama quiso ampliar la escala colorística y dar mayor forma a los diseños, de lo cual fue pionero en Japón. Al rastrear esta información, surgió el catálogo y me di cuenta de que había fuegos artificiales diurnos y nocturnos. Los primeros no son con pólvora, sino como piñatas que al explotar desprenden papelitos de seda de colores de diferentes gramajes y texturas. Luego, está el catálogo de noche, con 105 formas diferentes. Se exhiben facsímiles de los catálogos.

Las piezas de Moreno de la serie Hanabi siempre incluyen el número correspondiente del catálogo. “La palabra hanabi establece una analogía con una flor, ya que se abre y se desvanece rápido. Hanabi es la captura de esa flor abierta, al igual que los juegos pirotécnicos cuando estallan”, señala a La Jornada.

Respecto del punch needle, explica que emplea una aguja especial que forma una puntada plana en el derecho de la tela y una de bucle o lazo en el revés, y así se crean diferentes volúmenes.

El bordado no es ajeno a Moreno, ya que primero se formó como decoradora de interiores, igual que su padre, y luego estudió dirección de arte en la Escuela de Cine y Televisión, en Cuba. De niña, su abuela y su madre le enseñaron a bordar, tal vez dentro de la atávica convención que dicta que toda mujer debe coser, bordar y cocinar. Entonces, el bordado se desprestigió un poco, pero realmente es un arte que no sólo es femenino. La artista lo lleva a un punto más universal.

Retomó el bordado y su investigación durante la pandemia: Volví a esa época con mi madre, cuando era pequeña. Es una tarea un poco meditativa y se pasaban las horas muy rápido.