Sábado 1º de febrero de 2025, p. a12
El contexto cultural del deceso de Marianne Faithfull, acaecido hace un par de días, es el gran movimiento contracultural que tomó a las artes como estandarte y herramienta para transformar el mundo.
La gran cultura literaria de Marianne Faithfull, Bob Dylan, Patti Smith, David Bowie, Laurie Anderson y Lou Reed, por mencionar algunos, forma parte fundamental de ese conglomerado de hechos culturales. Todos ellos trabajaron en equipo y crearon un sistema autónomo cuyas vertientes se interconectan unas con las otras.
Es ahí donde se explica la importancia y trascendencia de Marianne Faithfull, quien así deja de ser la estatua erigida por el imaginario colectivo como la musa o la novia de Mick Jagger para convertirse en lo que es: una de las protagonistas de un gran movimiento cultural forjado bajo el paraguas del rock.
Es de esa manera como también deja de ser mera anécdota el hecho de que Marianne prácticamente obligó a Mick Jagger a que leyera El maestro y Margarita, de Mijail Bulgakov, y que de ahí naciera la pieza célebre titulada Sympathy for the Devil, para cobrar su verdadera importancia: Marianne Faithfull, al igual que Yoko Ono, Linda McCartney y otras mujeres, son fundamentales en la historia del rock, no solamente parejas de los músicos famosos.
Ya en este espacio hemos documentado la manera en que Yoko Ono colaboró en la concepción del Álbum Blanco de Los Beatles y creó con John Lennon un repertorio inconfundible cuya matriz reside en los principios estéticos y las técnicas revolucionarias para las artes que Yoko Ono aprendió de Shiraga Kazuo y de todo el movimiento Fluxus, al que pertenecía.
Fluxus es precisamente una de las grandes vertientes de la contracultura. Emergió en la década de los años 60 y transgredió hasta los 70 toda regla, autoproclamándose movimiento artístico sociológico. Entre los compañeros de ruta de Yoko Ono figuran John Cage, Joseph Beuys y Lamonte Young, por mencionar solamente a tres gigantes.
Fluxus, proclamaban, es un estado del espíritu
. Privilegiaron la ambigüedad entre lo culto y lo trivial. Y es en ese intersticio donde Marianne Faithful trascendió. No sólo puso a leer libros a Mick Jagger, sino que cultivó el amor por la poesía, y eso es lo que destila en toda su producción artística.
Como hemos dicho aquí, la vida de Marianne Faithfull no fue un cuento de hadas. Es una historia que le hubiera gustado mucho escribir a William Blake
, dice Salman Rushdie en la tercera de las autobiografías que publicó Marianne Faithfull.
De niña conoció los libros. Se enamoró de la poesía. Quiero vivir de las letras
, dijo. No lo logró, porque el destino le deparaba infiernos más cruentos que los descritos por Dante Alighieri: estuvo a punto de morir muchas veces.
Se hizo adicta a la heroína, que logró dejar a tiempo; vivió sin techo un largo tramo de su vida, y vivir en la calle, homeless, la dotó de herramientas poéticas que ningún otro creador artístico tiene a la mano. Intentó suicidarse junto con Brian Jones; ella sobrevivió, él no.
Marianne Faithfull vivió la vida de un sobreviviente: venció al cáncer, crisis nerviosas, fracturas de cadera. Estuvo en coma varias veces por sobredosis. Y otras muchas rupturas de la vida.
En febrero de 2020 contrajo covid; estuvo semanas en terapia intensiva, otra vez en coma. La daban por muerta. Sobrevivió. Los años siguientes padeció covid persistente. Esta tortura no se la deseo a nadie
.
Dominó, cual Houdini, el escapista, el arte de morir y regresar. En sus memorias ubica así el momento clave de su vida: 1985, mayo, “me pinché mi último shot de heroína. Supe que iba a morir. De hecho, mi corazón se detuvo. Fueron instantes. Pedí ayuda y desde entonces quiero vivir, no sobrevivir”, escribió.
Y su mente comenzó a divagar. Revivió los instantes luminosos de su vida, como cuando cumplió 13 años y se compró el Palgrave’s Golden Treasury: me convirtió a la poesía
.
Su mente siguió divagando. Reanudó los instantes felices de su vida, como cuando su maestra de inglés, Mrs. Simpson, le convidó la obra de los grandes de la poesía británica. En ese momento decidí que algún día haría el más hermoso disco de poesía con música
.
La sobreviviente publicó, así, en mayo de 2021, la joya por la que resucitó tantas veces: la poesía, vertida en el hermoso disco titulado She Walks in Beauty. Lo hizo con Warren Ellis y con Nick Cave y con Brian Eno. El disco está disponible en Spotify. Lo recomiendo.
La superviviente, la revolucionaria, la guerrera, dijo entonces: entregué mis armas, ya no soy una rebelde, ahora sólo quiero estar con mis nietos, con mi familia, observar los atardeceres a través de mi ventana
.
Ya había logrado la victoria.
Marianne Evelyn Gabriel Faithfull nació en Londres el 29 de diciembre de 1942, y desde ese día y hasta el 30 de enero de 2025, nunca dejó de conmocionar al mundo, de moverlo y conmoverlo.
Antes de contraer covid, en 2020, ya trabajaba en ese hermoso disco. Cuando en el hospital le dijeron que estaba en peligro su vida, mandó decir a Warren Ellis, músico responsable de la magia del grupo The Bad Seeds, la banda de Nick Cave, que viera qué podía hacer con lo poco que habían logrado grabar ellos dos hasta antes de ser hospitalizada, porque me estoy muriendo
.
La dieron por muerta, de hecho. Pero ella volvió, como siempre vuelven los milagros. Muchos de cariño le decían Lady Lazarus, por su dominio del arte de resucitar.
El álbum bellamente titulado She Walks in Beauty es un homenaje a la vida, al amor, a la belleza.
Está vertebrado en 11 piezas donde reúne a los grandes poetas románticos británicos: Thomas Hood, John Keats, Percy Bysshe Shelley, William Wordsworth, Lord Byron y Lord Tennyson. Oro molido.
Lady Lazarus salió del hospital y se fue de inmediato a terminar de grabar el disco con Warren Ellis y con Nick Cave al piano y con Brian Eno en los sonidos emanados del éter.
El disco recuerda por momentos las gloriosas grabaciones de John Gielgud, Vanessa Redgrave y otros grandes actores con los sonetos de Shakespeare y con poesía clásica.
Marianne Faithfull hizo este hermoso disco de amor bajo este axioma: Lo único importante en la vida, lo que te salva, es el amor, no el amor romántico, no el amor sexual, el amor de verdad
.
Por eso y porque no actúa
los poemas que recita, no incurre en inflexiones retóricas, sino simplemente danza en pies yámbicos, pone el alma entera en cada octosílabo, gime, muere y resucita en cada verso.
She walks in beauty like the night
of cloudless climes and starry skies
canta
The smiles that win, the tints that
glow,
but tell of days in goodness spent,
a mind of peace with
all below
A heart whose love is innocent!
Esos versos de Byron tiemblan en sus labios, para que luego tomen esos labios los versos de Thomas Hood, que la describen:
All that remains of her
now is pure womanly
Y luego los de John Keats.
I met a lady in the meads,
full beautiful –a faery’s child
er hair was long, her foot was light,
and her eyes were wild
canta, Marianne, canta:
“And sure in language strange
she said
I love thee true
Narra epopeyas, gestas, historias que escucharon en la antigüedad emperadores y payasos y bufones. Canta, dice, entona, da vida a la poesía que nos trae vida y desfilan frente a nuestros ojos personajes fantásticos, como el rey de reyes Ozzymandias, cantamos con ella una Oda a la Luna que escribió Shelley (Thou chosen sister of Spirit / That gazes on thee till in thee pities) y asciende al pináculo de la pasión con el personaje máximo del disco, su alter ego: The Lady of Shallot, esa mujer que pintaron los prerrafaelistas, primero encerrada en su castillo, luego flotando, pálida, inmortal:
Singing in her song she died, The
Lady of Shallo
canta
A pale, pale corpse she floated by,
deadcold, between the houses high,
dead into tower’d Camelot
canta
Draw near and fear not, –this is I,
The Lady of Shallo
El personaje de la saga artúrica, Lady of Shallot, murió cantando y flota en los cuadros prerrafaelistas: camina en belleza, como la noche, camina bella, como la noche de cielos estrellados; una sombra lo más, un rayo lo menos, sus pensamientos con dulzura y serenidad expresan la tan pura, tan entrañable de su amplia estancia. La sonrisa que triunfa, la tinta resplandece. Su mente en paz. Su corazón amando es inocente, canta ella y nosotros parafraseamos ahora, que ella duerme para siempre, el verso de Lord Byron:
She walks in beauty, like the night.
Farewell, Marianne, so long Marianne, camina en belleza, como la noche.