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Carlos Montemayor: vigencia del Discurso no requerido
“S

uele decirse que el político es un hombre de acción y el escritor un hombre de imaginación. Me parece que se trata de uno de los grandes mitos: quiere entenderse la literatura como una actividad sobre lo irreal y la política como el reino de las acciones, significa olvidar que la literatura es la representación de la realidad humana, moral, social y política de una época.

“La mayor parte de la actitud del político se despliega en la formulación de un sistema de referencia persuasivo o en una peculiar reconstrucción de la realidad que justifique las actividades de represión, reorganización, competencia o justicia social que se propone un grupo en el poder en un momento dado. De tal manera que el ejercicio político no es puramente un ejercicio de acción, es un ejercicio también de ficción y muchas veces con un sentido más profundo de ficción que el literario. Es la ficción que da origen a la ‘versión oficial de la realidad’.

“Los políticos mexicanos, igual que los políticos de otras latitudes tienen una visión muy definida sobre lo que debe pensarse dentro de sus territorios. Todo lo que no coincida con la ‘versión oficial’ se toma como agresión, impugnación, crítica desmedida, infundada o ingenua. Todo sistema gubernamental, todo grupo en el poder, descalifica a quien se atreva a cuestionarlo. Para el poder son enemigos e incluso criminales en potencia.”

En la obra bibliográfica de Carlos Montemayor quedaron registrados 40 títulos a partir de la obra primigenia Las llaves de Urgel (1970).Incursionó luego en la poesía y el cuento, pero fue con Guerra en el paraíso (1991) donde se encontró con el intelectual revolucionario que decidió escribir con absoluta independencia, sin depender de los espacios institucionales. En los siguientes 20 años comprometió todo su tiempo a indagar y reflexionar sobre las causas justas de los pueblos de México y de otros pueblos del mundo, concluyendo su ciclo con La violencia de Estado en México antes y después de 1968 , obra póstuma que inexplicablemente se retiró de circulación.

En los siguientes 20 años, Carlos se comprometió en la lucha contra el neoliberalismo, contra la guerra de rapiña promovida por Estados Unidos en Afganistán, Irak, Venezuela, Cuba. Se distinguió por su activismo en defensa de los pueblos originarios y de otras causas justas, dentro y fuera de México. Se le respetó en amplios sectores de la población de México, pero también fue blanco de la animadversión de los gobernantes, especialmente del grupo que tomó poder de la política y la economía en 2000 con Vicente Fox en la Presidencia, y luego con Felipe Calderón.

En noviembre de 2009 se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes. Días después se modificó la resolución original, agregándose los nombres Hugo Iriart y José Luis Rivas. Esta modificación a destiempo evidenció la intención de restarle mérito, es muy probable que la orden haya llegado desde la Presidencia, pero la represión oficial se mostró con descaro y sin pudor el 23 de noviembre de 2009, cuando sin explicación de por medio se le hizo saber a Carlos Montemayor que su intervención, en nombre de los que recibían el premio nacional en todas las áreas, había sido eliminada.

Por diversos motivos yo me comunicaba regularmente por teléfono con Carlos. Un día me dijo que estas dos acciones las interpretaba como actos de censura, de castigo, proveniente del gobierno. Me adelantó que en respuesta iba a escribir el discurso que él hubiera leído y que lo iba a enviar a La Jornada bajo el título de Discurso no requerido. Pasaron tres semanas y así fue como el día 14 de diciembre apareció en la página 10 de la sección de Cultura de este periódico.

Discurso no requerido es un texto breve en que Carlos aborda la forma en que los políticos pueden construir la versión oficial de la realidad. En unas cuantas líneas, con sutileza refinada, cuestiona y desnuda al gobierno de Calderón y su realidad. Fui siguiendo cada línea con gran emoción suponiendo que iban a responder los intelectuales y artistas libres. Pasaron algunas semanas hasta que el miércoles 24 de febrero de 2010, sabiendo yo que Carlos se encontraba muy grave y que en cualquier momento iba a morir, entregué a El Heraldo de Chihuahua mi colaboración semanal incluyendo el texto completo de Discurso no requerido. En la alborada del domingo 28 de febrero de 2010 murió Carlos, ese mismo día salió la publicación del discurso en mi página cultural La Fragua de los Tiempos .