al es el nombre del documental que se está presentando tanto en festivales de cine como en espacios comunitarios, dirigido por Luciana Kaplan y producido por Carolina Coppel. Tras un largo y comprometido trabajo, con gran calidad, recupera el testimonio de una apuesta política que en 2018 impulsaron el Congreso Nacional Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno (CNI-CIG) con el apoyo y acompañamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y amplios sectores civiles. Como recordamos, en su momento causó sorpresa la designación de una vocera del movimiento, María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, quien buscó aparecer en la boleta de la elección presidencial como candidata indígena independiente. Aquellos fueron meses de trabajo intenso y serio, bajo unas reglas muy ajenas a la realidad de los pueblos y comunidades indígenas, para intentar cumplir el requisito de recabar la cantidad de firmas necesarias para que tal objetivo se lograra. Marichuy y el CIG recorrieron el país con su proyecto de dar la voz a los pueblos y visibilizar su problemática, así como promover la articulación y organización. Tal fue el motor de esa gran movilización que logró la nada despreciable cifra de 300 mil firmas, insuficientes para el registro, pero muy potentes para el proceso de fondo que les llevó a utilizar ese espacio. La evaluación de ese proceso se realizó en comunidades que compartieron en Chiapas sus balances y significados con el CNI-CIG y el EZLN.
Para la directora y productora, así como el resto de su equipo que participó en seguimiento del caminar de Marichuy y el CIG, fue incuestionable la decisión de documentar el hecho histórico, inédito que referimos , con una indígena, vocera de un movimiento emblemático en el país. Su enorme esfuerzo y creatividad les ha dejado lecciones claras, que han compartido en entrevistas, en el sentido de buscar equilibrar las imágenes y el discurso de un proceso que si bien tuvo a Marichuy como protagonista visible, había que mostrar el racismo y la discriminación que despertó, así como el seguimiento y recepción de numerosas comunidades que la acompañaron mostrando los desafíos de los pueblos para resistir y enfrentarse a las amenazas de despojo, a la criminalización. El documental retrata varias luchas: el conflicto yaqui, en el norte; en el centro, con el wixárika; en el sur, el maya. Ello explica su interés en compartir el documental con los pueblos y sus comunidades.
Marichuy, por su parte, ha precisado con la congruencia que le caracteriza: No fue a mí a quien le dijeron sobre grabar el documental, sino al CNI (que me grabaran). Lo tomé como una actividad más de lo que se hacía. Ya en el caminar yo veía que no se me separaban y yo les decía que por qué no me dejaban en paz y grababan al resto. Pero entendí que no era para mí, era para los demás; no era yo, sino un colectivo
. Y reafirma que sólo nosotros somos quienes harán ese gran cambio que se va tejiendo desde abajo
(charla “Creando en comunidad, la experiencia de hacer La vocera”, edición 35.2 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara).
Ahora bien, es importante considerar que La vocera se presenta en tiempos electorales en México, cuando las candidaturas independientes están a la baja, en el mercado político clientelar los aspirantes prefieren buscar unas siglas partidarias, del color que sea, con tal de aparecer en la boleta y, mejor aún, ocupar un cargo. No sólo eso, también hay pleitos y suplantaciones en las escasas candidaturas indígenas que como acción afirmativa se han definido. Nada cambia en ese escenario. Ese sí que es otro mundo, distante, ajeno y contradictorio con el espejo que coloca La vocera y el caminar del CNI-CIG. Ese espejo también hoy en día es importante para compartirlo en el viaje en alta mar que emprenderán muy pronto hacia la otra Europa, la de los colectivos que desde sus lejanas tierras se han mantenido en contacto y apoyo a la lucha zapatista. Ahora les tocará regresar la visita a una delegación mexicana del CNI- CIG el Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala, y el EZLN.
Este viaje eleva la mira y expresa una más de las iniciativas políticas de continuidad a la lucha anticapitalista, que el EZLN difundió el pasado 1º de enero, con la Declaración por la vida respaldada por numerosas organizaciones y personas de 21 países. Iremos a buscar lo que nos hace iguales: Con la certeza de que la lucha por la humanidad es mundial. Así como la destrucción en curso no reconoce fronteras, nacionalidades, banderas, lenguas, culturas, razas; así, la lucha por la humanidad es en todas partes, todo el tiempo
. Nada casual, a propósito del contenido del documental La vocera, nos hemos reactivado el colectivo que acompañó en 2018 a Marichuy, al CNI-CIG. Hoy llegó la hora de los pueblos, les apoya en este viaje por la vida.