¿Qué oferta de espectáculo atraerá al gran público? Sobran toros con edad, faltan toreros con intensidad y empresas imaginativas
S
i los estadios serán reabiertos a 30 por ciento de su capacidad, ¿qué espera el monopolio taurino para empezar a reabrir sus plazas, acostumbrado como está a soportar pobres entradas?
, se pregunta el doctor en historia Jesús Flores Olague, y agrega: “Ya hemos visto cómo se entiende en España la reconstrucción de la fiesta, pero anunciar a Ponce, Morante o El Juli, difícilmente va a atraer al gran público y menos a un público joven, carente de formación taurina pero aún dispuesto a emocionarse con algo más que tauromaquias desgastadas”.
-¿Qué fórmulas pueden atraer a un público que ya antes de la pandemia se había alejado de las plazas?
–Pues las que partan de una reflexión honesta y a fondo de los propios taurinos, renuentes siempre a cuestionar y a modificar una añeja estructura probadamente defectuosa que se olvidó de la relación fiesta de toros y sociedad, o del obligado vínculo entre toros, toreros y público. Si de verdad se quiere un futuro saludable para la fiesta, es urgente un revulsivo, modificaciones radicales en los criterios de las empresas para obtener resultados favorables y sostenibles, no sólo para sus utilidades cortoplacistas sino para el reposicionamiento de la rica tradición taurina de México.
–Ganaderos y toreros no…
–El silencio de los sectores es revelador de esos vicios y su pasividad, alarmante. ¿Ganaderos y toreros cuándo van a pronunciarse a favor del público? En los primeros le falta bravura y emoción a sus productos, y en los segundos escasea el coraje y la disposición a rivalizar. La comodidad se instaló en las mentalidades precisamente por la falta de públicos exigentes y de autoridades comprometidas. Es imperativo motivar y acicatear a la aletargada torería nacional, hoy conformista y desmotivada ante un sistema inequitativo, en extremo cerrado y, repito, de espaldas al público, como si a éste se le hiciera un favor sin derecho a rechazarlo. Urgen toros y toreros que emocionen, no que diviertan.
“Revelador de este sistema –añade el también doctor en letras– es que en Zacatecas, mi tierra, no haya habido una empresa capaz de aportar a la fiesta una figura del toreo gracias al sistemático desaprovechamiento de toreros, desde Chucho Ruiz, prometedor y malogrado novillero en los años 40, pasando por el fino Paco Rivas, en los 80, que toreó en la Plaza México, en Madrid y Sevilla, hasta Jorge Delijorge, Antonio Romero y Platerito. Ello es todavía más censurable si se toma en cuenta la rica tradición ganadera de bravo en el estado.”
–Anunciar al malagueño Saúl Jiménez Fortes…
–Los dos carteles de noviembre en la Monumental de Zacatecas, con el valeroso pero aquí desconocido Fortes, enfrentando Piedras Negras y José Julián Llaguno, revelan criterios poco imaginativos, por no decir perversos, si pretenden reanimar la fiesta. Ese ganado, que conserva bravura intemporal y que ni de broma enfrentan los que figuran, requiere toreros más puestos. Fortes es el pundonor y la valentía, pero le ha faltado cabeza para estar en la cara del toro. Se duerme en las suertes, se recrea tanto en ellas que no se repone y le pierde la distancia a los toros. No es sólo ponerse cerca, sino estarlo sin resultar cogido. Esa es la tauromaquia que emociona, pero disminuir la sangre no va a atraer nuevos públicos; aumentar la emoción, sí. Ahora, si no hay emoción estética delante de un toro que trasmite peligro evidente, entonces la fiesta ya no tiene caso –concluye Flores Olague.