a visita del Presidente de México al de Estados Unidos fue y todavía es, piedra de toque delicado. La polémica profundiza una enredada crítica revisionista que aún no termina. La andanada empezó desde el momento en que se dio a conocer la posibilidad del viaje al norte. Siendo la primera salida que haría AMLO, los vaticinios de desastre no se hicieron esperar. Suposiciones fueron y vinieron, tratando de hacerlas pasar como realidades ciertas y alegar lo inoportuno y peligroso del encuentro. En esencia, la alharaca giró en torno a los rijosos desplantes de una inestable, contradictoria, perversa personalidad de Trump. Imposible obtener, se dijo con vehemencia, algún bien utilizable para México de tal conexión. Todo se condensaría, según expertos
en la realidad estadunidense e improvisados teóricos de las relaciones externas con el norteño país, en una aventura sin logro positivo. Los inminentes desaires y humillaciones del volátil ocupante de la Casa Blanca, se auguraron por aquí y acullá sin mesura alguna por parte de los opositores al viaje. Todo sería un garrafal error y de ahí se desprendía una cascada, casi infinita, de consecuencias dañinas. Todavía ahora, un analista (A. Basave, Proceso) sentencia que, cuando Trump sea juzgado por la historia, la ignominia caerá también sobre AMLO, su incauto visitante.
Otro aspecto que se difundió hasta la saciedad giró en torno a la cercana temporada electiva en aquella nación. Imagínense entrometerse entre las patas de los bisontes demócratas, fue el griterío desparramado por doquier. Quedarán ofendidos para siempre y J. Biden no perdonará el voto por Trump del mexicano. Pues tampoco tan severos vaticinios quedaron impresos ni aquí ni allá. Muy a pesar de que AMLO se rehusó a visitar al demócrata candidato o a la lideresa camaral Nancy Pelosi como sugerían alarmados críticos. Hasta hoy, no se escucha reclamo. Los millones de factibles votantes de origen nacional son, que duda cabe, referente de sensible trato por cualquier aspirante a ganar sus votos. El visitante fue delicado en no intentar ese balance de política interna que se recomendaba. No fue, tampoco, el momento adecuado para entrar en contacto con la comunidad mexicana. Habrá ocasiones futuras.
Lo que no esperaban los numerosos y severos críticos fue la reunión con empresarios de ambos países, organizada por la Casa Blanca y alentada y precisada por el mismo Trump. Vista bien y de cerca, esta cena es una consecuencia del motivo central de la gira: la puesta en marcha del T-MEC y los negocios derivados y las inversiones directas.
En lugar de, abiertamente, reconocer el equívoco en que incurrieron con tanta ferocidad los numerosos críticos sistémicos, ahora buscan subterfugios para volver a la condena terminal acostumbrada. El señor L. Rubio ( Reforma) lanza un artículo plagado de imaginados supuestos que, al darlos por ciertos, le permiten concluir en el fracaso de la visita con múltiples males colaterales. Revisar sus anteriores argumentos, para condenar el viaje y contrastarlos con lo sucedido, es imposible para articulistas consagrados
Se abollarían los respetos ganados dentro de la comunidad conservadora donde milita. Simplemente es imposible pedir humildad o coherencia a los soberbios difusores del neoliberalismo más añejo. Sus bien introyectados desprecios y molestias para los morenos le impiden entender lo que sucede.
López Obrador llegó a la Casa Blanca armado con poderosa arma: la indiscutible legitimidad de su Presidencia. No es válida la correosa idea de que muchos millones votaron por él, simplemente porque estaban hartos de la insostenible situación imperante en 2018. AMLO ganó también las dos anteriores contiendas. Que no se reconocieron, por sendos fraudes y trampas y dispendios indebidos, es otro asunto. Uno fue de Calderón, aliado con gobernadores tramposos, cuando alteraron, con cinismo abierto, cuantas urnas pudieron. Tuvieron masiva cobertura con una millonaria e ilegal propaganda patrocinada por la dirigencia privada. Y, el otro en 2012, con E. Peña de candidato, comprando, sin medida ni cordura, millones de voluntades con miles de millones de pesos extraídos de los erarios estatales. La pena por tan violentas operaciones fraudulentas fue, en el caso del panista, una carnicería ordenada y permitida que todavía sufrimos. Y, por el costado priísta, una corrupción sin medida que llevó al poder a una pandilla de rufianes. Tan insigne como renovado pergamino de legitimidad que AMLO tiene, le permitió entrar a la Casa Blanca y salir con un modificado lenguaje de Trump hacia México. Eso asegura tranquilidad durante el veleidoso tiroteo de campaña. Además, beneficiará a los mexicanos de ambos lados de la frontera. El caso de los dreamers (DACA) es un ejemplo que tocará, para bien, a casi un millón de jóvenes de origen nacional cuya lucha es reconocible.