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Negocios y empresas

El declive automotriz

L

a caída en la compra de automóviles en México y en el mundo puede ser el parteaguas en la forma de movilidad del ser humano. Durante el siglo XX y lo que va del siglo XXI, el automóvil representó el ideal para el transporte en el mundo y uno de los grandes motores del crecimiento industrial.

Quien llegaba a la clase media tenía la aspiración de adquirir un automóvil, no sólo para transportarse, sino también pa-ra mostrar el lugar al que había llegado. La marca y el precio del auto mostraban, en un mundo de apariencias, el poder adquisitivo de quien lo conducía.

Ahora, esa imagen de poder a través del automóvil pierde valor y sólo algunos grupos sociales, como deportistas, actores, políticos y arribistas buscan mostrar su poder a través de los automóviles deportivos o de lujo que manejan.

En países desarrollados como Alemania, Inglaterra y en especial en grandes ciudades, como París, Londres o Nueva York, es más fácil encontrar a los hombres poderosos en taxis o en Uber que en automóviles de su propiedad. No porque no los tengan, sino porque es más cómodo viajar de esta manera. Además, hace ya varios años que los países ricos llegaron al tope en la adquisición de automóviles nuevos.

En el caso de México, las ventas de automóviles nuevos tienen tres años de caídas superiores a 7 por ciento. Además, las exportaciones disminuyeron, debido a que a escala global la compra de autos se redujo 0.6 por ciento el año pasado y se pronostica que para 2020 persistirá el ajuste a la baja del mercado automotriz mundial.

El gran problema para nuestro país es que la industria automotriz es estratégica, aporta más de 20 por ciento del PIB manufacturero, 3.6 por ciento del PIB nacional y más del 32 por ciento del valor total de las exportaciones. Por su importancia, la caída del sector automotriz se expresará en una gran limitante del crecimiento del PIB nacional.

No sabemos si el consumo de automóviles en el mundo crecerá durante la próxima década, pero hay una serie de cambios culturales, de movilidad y de saturación de los mercados que permiten pensar que la época de oro del automóvil privado ya pasó, por lo que este sector perderá su valor relativo dentro de la economía nacional e internacional.