n noviembre la segunda universidad de habla hispana –a veces primera– elegirá, como cada cuatro años, conforme a su marco jurídico, al universitario que conducirá el proyecto cultural más trascendental que ha creado la República durante su historia. No es casual la percepción de los mexicanos: es la institución mejor valorada entre las más serias exploraciones de opinión pública del país.
De nada menos se trata. Es momento de valorarla nuevamente y de pensar en su futuro. Es, o debiera ser, del interés de todos quienes tienen responsabilidad en el rumbo de México. Los universitarios están en ello ahora mismo. Son absurdos y miserables los ataques que, de vez en vez, la UNAM padece en su campus central o en los periféricos. Llegan en forma de grupos anónimos, no presentan ninguna demanda, golpean, destrozan y se esfuman. Agentes políticos venden
así su poder
de movilizar a muchachos con fines ajenos a las tareas universitarias. Pero las instituciones del Estado no se conmueven ni actúan para protegerla.
En el periodo que termina, bajo la rectoría de Enrique Graue, nuevamente la UNAM ha crecido y se ha engrandecido. Sin protagonismos personales, con una notabilísima capacidad de realización, creó 14 nuevos programas de licenciatura, con lo que aumentó a 128 su oferta de dichos programas: matemáticas aplicadas, música y tecnología artística, neurociencias, traducción, lingüística aplicada, negocios internacionales, nutriología, ingeniería ambiental, geografía aplicada, órtesis y prótesis, ciencia de datos, química e ingeniería en materiales, ciencias agroforestales, son las nuevas profesiones en marcha. Del mismo modo, instituyó 16 nuevos programas de especialidad.
Son de anotarse, durante este mismo tramo, entre su larga lista de logros notables, la titulación simultánea o conjunta, tanto para el nivel de licenciatura, como para los niveles de maestría y doctorado, con universidades de Colombia, España, China, Estados Unidos, Holanda, Francia, Brasil, Argentina. En particular, es de subrayarse la titulación conjunta en el nivel de doctorado, en todos los campos del conocimiento, con las Universidades de Groningen (Holanda), de Buenos Aires, de Salamanca, de Sevilla. Este impulso, de gran enriquecimiento, continuará ampliándose en el futuro.
En el campo de la investigación y la innovación, la UNAM incorporó nueve laboratorios nacionales en los campos de geoquímica y mineralogía, ecotecnología para la sustentabilidad, recursos genómicos, clima espacial, producción y análisis de moléculas y medicamentos biotecnológicos; buques oceanográficos, observación de la Tierra, caracterización de materiales. Es de subrayarse su vasta producción en el campo de la investigación económica de cara al adverso dominio de la ortodoxia neoliberal.
No tengo espacio para referir la acción permanente de la UNAM en materia de su vinculación con la sociedad en campos tan disímbolos como la defensa de los dreamers o su papel frente a los sismos de 2017.
Enrique Graue propone a los más de 400 mil universitarios dar a la UNAM un impulso renovado hacia el futuro próximo. Propone hacerlo manteniendo y fortaleciendo los valores que orientan a la institución, según puede leerse en su nuevo Proyecto de trabajo 2019-2023: la autonomía de nuestro quehacer académico y organizativo; las decisiones por consensos democráticos; la laicidad; el compromiso social con nuestros conciudadanos y nuestro entorno; la integridad y honestidad académicas; la responsabilidad individual y colectiva; el valor del esfuerzo que realizan día con día nuestros estudiantes, trabajadores y académicos para cumplir cabalmente con sus obligaciones; el diálogo como vía de resolución de desacuerdos; el respeto a la diversidad, la igualdad y la libertad de pensamiento y de expresión, y la pulcritud y transparencia en el manejo de nuestros recursos
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Entre sus responsabilidades de orden nacional está la propia educación superior. Así, encabezó la elaboración del documento Hacia la consolidación y desarrollo de políticas públicas en Ciencia, Tecnología e Innovación. Objetivo Estratégico para una política de Estado 2018-2024. Una gran responsabilidad le espera en el seguimiento de las secuelas oficiales que han iniciado ya respecto de ese objetivo estratégico, cuya importancia es difícil exagerar. Una política de Estado para ser tal requiere traducirse en ordenamientos jurídicos. Que esa iniciativa arribe a buen destino, corresponde en parte a la UNAM.
Esta casa de estudios también puede contribuir con las universidades estatales, a través de programas de formación de profesores del bachillerato y de la educación superior creados en sus campus foráneos.
Enrique Graue suscita confianza entre los universitarios por sus propuestas académicas y por su idea de la universidad. No son menores, respecto de esa confianza, su trato gentil, y la naturalidad con la que combina una suerte de sosegada antisolemnidad desde la seriedad universitaria.