Movimientos populares, una esperanza
En La nueva América Latina, libro escrito en coautoría con Fernando Calderón, llama kamchaca al sombrío panorama para el futuro de la región
Martes 22 de octubre de 2019, p. 16
Manuel Castells, economista catalán considerado un referente de las ciencias sociales contemporáneas, y Fernando Calderón, politólogo chileno especializado en movimientos sociales, acaban de publicar La nueva América Latina, libro donde condensan un vasto panorama, pleno de datos, sobre cómo los modelos de desarrollo neoliberales de fines del siglo pasado y las experiencias neodesarrollistas
de las dos últimas décadas, conocidas como el ciclo progresista, tocaron sus límites. Y apuntan sobre cuál es el horizonte del futuro próximo para nuestro subhemisferio.
Lo que exponen, con la mayor objetividad posible, como científicos sociales, es un panorama negro. Lo llaman la kamchaca. Es una palabra aimara, que nombra una niebla que baja de las cumbres e inunda los valles andinos. Es una niebla negra, densa, asfixiante, que hace perder el sentido de la orientación. Así creemos que está América Latina, millones de personas viviendo en enormes áreas metropolitanas donde el factor dominante es la violencia, el miedo y la economía criminal
, cuenta Castells, catedrático de la Universitat Oberta de Catalunya y de la University of Southern California.
De paso por México para la presentación de ésta su publicación número 25 en la Feria del Libro del Zócalo, en entrevista prefiere dejar a un lado las posibles propuestas de solución para este horizonte pesimista. Aunque sí habla de cierto color de la esperanza
, que radica en los múltiples y diversos movimientos populares de nuestros tiempos.
“Hay que salir de la kamchaca, pero, ¿cómo? Lo primero es saber dónde estás, empezar a utilizar fórmulas distintas a las del pasado. Y esas fórmulas seguro no las van a encontrar los intelectuales elaborando libros. Por eso ahí nos detenemos nosotros. Cada grupo social tiene que ir viendo por dónde va. Y ahí sí que encontramos los nuevos movimientos sociales que están renaciendo con enorme fuerza: las mujeres, primero, los jóvenes, los indígenas, los movimientos ecologistas, todo eso está explotando”.
En La nueva América Latina ambos estudiosos vuelcan y reúnen el análisis de casi 10 años de investigación sobre la región desde múltiples ángulos: sus modelos de desarrollo, las urbanizaciones inhumanas
, patriarcado y mujeres, crisis de las iglesias, comunicación digital, corrupción y crimen organizado.
Castells asegura que los países latinoamericanos han experimentado en 40 años la aplicación de dos modelos. Y ambos hicieron crisis. “El modelo neoliberal de finales del siglo pasado, que se hizo insostenible y topó con sus límites al nivel del medio ambiente, al poner en entredicho la sustentabilidad de la vida humana; en el plano financiero, donde el endeudamiento terminó por hacer explotar las economías y en la profundización de la de-sigualdad, la exclusión social y la pobreza. Esto provocó revueltas populares y proyectos alternativos en tiempos diferentes. Y surgió el nuevo modelo que llamamos neodesarrollista, que por un lado acentúa el crecimiento económico con políticas de redistribución económica social pero que por el otro no disminuye la desigualdad social. Ese modelo también se hizo insostenible principalmente por la corrupción. Ese ha sido el caso de las crisis de legitimidad en Brasil, en algún grado también Ecuador, Bolivia y Venezuela.
López Obrador aplica un modelo neodesarrollista
–Paradójicamente, en medio de esta kamchaca México emprende un camino alternativo, justo cuando aparentemente se cierra el ciclo de los gobiernos neodesarrollistas. Y pretende conjugar las dos metas: la redistribución de la riqueza y el combate a la corrupción.
–Lo que López Obrador representa es un modelo neodesarrollista, caracterizado por la intervención del Estado y el énfasis en desarrollar la competitividad de la economía y al mismo tiempo redistribuir, con 15 años de retraso respecto a otras experiencias similares, la de Brasil o Argentina, por ejemplo. Es fundamental, para lograrlo, acompañar el proceso con una regeneración del Estado, y en eso el énfasis en la lucha contra la corrupción es consustancial. Sin control de la corrupción todo el crecimiento se desvía hacia el desarrollo de las mafias de la empresa y la política que, junto con las mafias del crimen organizado, van a terminar por destruir todo.
México está empezando con más conciencia que otros países sobre lo que significa acabar con la corrupción. Y ahí se la juegan.
–¿Y Ecuador? ¿Cómo fue posible que se desplomara un proyecto como el de Alianza País con un cambio de liderazgo dentro del mismo partido?
–Hay algo que pierden de vista quienes analizan estos procesos sólo bajo los criterios de las clases sociales y el tema de la figura del líder carismático. Como la democracia liberal colapsó en la mente de la gente, ésta ya no cree en las formas tradicionales de los partidos, hace falta algún punto de referencia, un vínculo de confianza. Y en algunos países ese vínculo lo establece el líder carismático. Y eso fue Rafael Correa. Al mismo tiempo, como estos líderes no son santos, a pesar de que pudo incurrir en algunas corruptelas –que no corrupción–, sí representó desarrollo, reconstitución del Estado, redistribución.
Los ciudadanos de Ecuador en su mayoría votaron la continuación de ese proyecto, en la figura del camarada Lenín Moreno. Claramente ha habido presiones dentro de la élite ecuatoriana y también por parte de Estados Unidos para aplicar a rajatabla las políticas del Fondo Monetario (Internacional), cambiando los entendidos bajo los cuales fue votado el presidente. Quita subsidios a los más pobres para mantener el sistema financiero, pero sin aumentar los impuestos a las clases altas. Así es el tema de quitar el subsidio de los combustibles, una medida muy violenta y racista, porque significa que a los campesinos que viven en las sierras, ya a nivel de supervivencia, se les triplique el precio de la gasolina. De ahí la insurrección indígena. El estertor que está pasado en Ecuador me parece que es irreversible. O hacen una masacre de campesinos o negocian. Y en esa negociación debe caber la realización de nuevas elecciones.
En cada capítulo del análisis de Castells y Calderón cruza el tema del medio ambiente.
Sí, y es algo que hay que analizar. Por ejemplo, en el modelo neodesarrollista de Brasil el componente productivista fue destructor de la naturaleza. Y aquí hay dos revoluciones mentales que hay que ver cómo se compaginan. Una es ver cómo se saca de la pobreza a un continente. Y otra es hacerlo sin destruir la naturaleza y sin envenenarnos nosotros.