Las personas no sólo poseen el derecho a la cultura, sino ‘‘que es deber de los gobiernos dársela al pueblo’’, sostuvo la bailarina en una entrevista con La Jornada
Viernes 18 de octubre de 2019, p. 2
La prima ballerina assoluta de Cuba, que conquistó el mundo con su interpretación en Giselle, Alicia Alonso, falleció ayer a causa de una ‘‘enfermedad cardiovascular, a los 98 años de edad’’, difundió el Ballet Nacional de Cuba.
El deceso de la prestigiada artista ocurrió a las 11 horas, informó a la agencia Afp un portavoz de la agrupación.
Asimismo, la cadena televisiva británica BBC difundió que Alonso murió en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas deLa Habana.
‘‘Alicia Alonso se ha ido y nos deja un enorme vacío, pero también un insuperable legado. Ella situó a Cuba en el altar de lo mejor de la danza mundial. Gracias, Alicia, por tu obra inmortal”, tuiteó el presidente de la isla, Miguel Díaz-Canel, quien realiza una visita oficial en México.
Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, conocida como Alicia Alonso, fue considerada una de las personalidades más relevantes en la historia de la danza, y constituye la figura cimera del ballet clásico en el ámbito iberoamericano. La eterna Giselle deja un vacío en los escenarios, donde más que bailar, flotaba. Su virtuosismo fue único e irrepetible en el papel de la joven e inocente campesina que está enamorada de Albrecht.
En múltiples ocasiones, la bailarina y fundadora del Ballet Nacional de Cuba manifestó su deseo de vivir al menos 200 años; la vida para ella consistía en dejar algo bueno en la tierra. ‘‘Mientras viva, estoy tratando de hacer cosas buenas; quizá me equivoque algunas veces, pero por lo menos estoy tratando de hacerlas. Esa es la vida, ese es el valor de mi vida, lo que me mantiene mirando hacia el futuro”, sostuvo en una entrevista con La Jornada (31/5/12).
Protagonista de la vida cultural, Alonso aportó el nivel técnico al ballet; este fue el sello especial de sus propuestas coreográficas, incluso varios críticos de ballet bautizaron ciertos casos que observaron en los escenarios como el nombre La Pirouette Alonso, por su perfecta ejecución.
Como coreógrafa, Alicia Alonso transmitió nociones y sentimientos a niveles muy notables, pues logró que el público asistente a las funciones no contemplara sólo el virtuosismo de los bailarines, sino que experimentara el estado anímico de los personajes y comprendiera el contenido de la obra.
El último par de zapatillas, inseparable de la artista
Alicia Alonso, leyenda de la danza cubana, nació el 21 de diciembrede 1920. Nieta de españoles e hi-ja de un veterinario militar, mostró desde niña su preferencia por el baile y viajó con su familia a Estados Unidos, donde terminó su formación dancística en Nueva York.
La fundadora del Ballet Nacional de Cuba, que tomó el apellido de su primer esposo, el también bailarín Fernando Alonso (1914-2013), debutó en el papel principal de Giselle en la Metropolitan Opera House,de Nueva York, el 2 de noviem-bre de 1943, echando por tierra el mito de que los latinoamericanos no podían interpretar un clásico del ballet.
El pasado noviembre, Alonso inauguró una exposición en homenaje a su debut en Giselle, hace 70 años, en el Met de Nueva York, donde se exhibieron documentos originales como carteles y programas de sus presentaciones.
Asimismo la periodista y filóloga Mayda Bustamante, encargada de comunicación del Ballet Nacional de Cuba durante 15 años, publicó el libro Alicia Alonso o la eternidad de Giselle para conmemorar el aniversario del debut de la bailarina.
Ese trabajo editorial reúne textos de los críticos de danza de mayor prestigio –algunos hasta ahora no habían sido traducidos al castellano–, comentarios de sus contemporáneos, el relato de la propia protagonista, ensayos, una cronología que recorre el vuelo de la artista y fotografías.
Orlando Salgado, quien al lado de Alicia Alonso interpretó Carmen, en la presentación del libro definió que en Giselle la artista cubana logró ‘‘hacer visible lo invisible con su estilo casi traslúcido. Una representación de Giselle jamás era igual a la anterior porque en ella iba el estado de ánimo de la bailarina, quien promulgaba que era un error tratar de imitarse a uno mismo”.
En una entrevista con La Jornada (11/2/07) la coreógrafa calificó de elogio que la llamaran mito de la danza o diva del ballet, pero su nombre era Alicia Alonso.
En esa charla recordó que a los nueve años calzó las primeras zapatillas de ballet: ‘‘desde entonces ya no las abandoné. Es más, siempre las llevo físicamente conmigo; llevo mi último par de zapatillas siempre conmigo. Es un recuerdo lindo, algo íntimo”.
Para Alicia Alonso la cultura era lo más precioso de la vida. Al respecto, postulaba que las personas no sólo poseen el derecho de tenerla, sino ‘‘que es un deberde los gobierno dársela al pue-blo” (La Jornada, 31/5/12).
Su profesionalismo y amor por la danza era evidente. Cuando Alicia comenzó a perder la vista, muchos de los papeles que interpretó los hizo parcialmente ciega, bailaba guiada por las luces del escena-rio. En los últimos años dependía del oído para conducir los ensayos diarios de su compañía de ballet.
Alicia Alonso inició sus estudios en 1931 en La Habana, en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical. Más tarde se trasladó a Estados Unidos y continuó su formación con Enrico Zanfretta, Alexandra Fedórova y varios profesores eminentes de la School of American Ballet. Su actividad profesional comenzó en 1938, en Broadway, al debutar en las comedias musicales Great Lady y Stars in your eyes.
Un año más tarde ingresó al American Ballet Caravan, antecedente del actual New York City Ballet. Se incorporó al Ballet Theatre de Nueva York en 1940, año de su fundación. A partir de ese momento comenzó una brillante etapa de su carrera como intérprete suprema de las grandes obras del repertorio romántico y clásico.
En esta etapa trabajó junto con Mijail Fokine, George Balanchine, Leonide Massine, Bronislava Nijinska, Antony Tudor, Jerome Robbins y Agnes de Mille, entre otras luminarias de la coreografía del siglo XX. Fue la intérprete principal en el estreno mundial de importantes obras como Undertow, Fall River Legend y Theme and Variations. En calidad de figura del American Ballet Theatre, actuó en numerosos países de Europa y América con el rango de prima ballerina.
Alonso debutó en el Teatro Bolshói en 1958, cuando se presentó también, en la entonces Unión Soviética, como artista invitada del Teatro Kirov de Leningrado, hoy San Petersburgo, y el Teatro de la Ópera de Riga. La pasión, esfuerzo y su gran voluntad convierten a Alicia Alonso en una leyenda de la danza cubana y universal.