Número 234 Jueves 7 de Enero del 2016 Director fundador CARLOS PAYAN VELVER Directora general CARMEN LIRA SAADE Director: Alejandro Brito Lemus |
Identidades en riesgo Jeffrey Weeks es historiador y sociólogo, catedrático de la Universidad South Bank de Londres. Especialista en el estudio de la sexualidad, ha publicado más de una veintena de libros sobre el tema. Su libro más reciente, próximo a salir, versa sobre la historia de la sexualidad. ¿Es por eso que hoy hablamos de diversidad sexual en lugar de homosexualidad? En efecto son dos cosas separadas. Lo que el discurso de la diversidad intenta hacer es reconocer que tenemos que trascender la división binaria entre homosexualidad y heterosexualidad. Mucha gente no es ni lo uno ni lo otro. Pueden moverse entre varios modos de vida, un hombre puede relacionarse con otro hombre, con un adolescente, o con una mujer. Puede redescubrir en la edad madura su propia homosexualidad, o puede hacer todas estas cosas de modo intercambiable. Usted participó en el movimiento de liberación gay de los setenta, cuando la idea del matrimonio estaba contrapuesta a las reivindicaciones libertarias del momento. El movimiento de liberación homosexual fue algo que en los setenta abrió para mí enormes posibilidades que desafiaban el sistema de creencias y prejuicios en el que crecí. Como muchas otras personas de mi generación, creí necesario desafiar a las instituciones tradicionales, entre ellas la más importante, el matrimonio, que era la que nos excluía, la que nos negaba, y que de hecho nos transformaba en ciudadanos de segunda clase. Por ello muchas feministas y muchos liberacionistas gay éramos, al respecto, muy críticos. ¿Acaso es la crisis de la institucón matrimonial la que está posibilitando el matrimonio entre personas del mismo sexo? En la medida en que el matrimonio tradicional heterosexual se está volviendo menos normativo e inevitable, es cada vez menos un problema para los gobiernos y la sociedad en general el reconocer el matrimonio igualitario. El matrimonio heterosexual no es ya la entrada necesaria a la vida adulta, como tradicionalmente sucedía. Ahora es una opción entre otras en el mundo heterosexual. Añadirle entonces el matrimonio homosexual no es un salto conceptual enorme. El matrimonio tiene que ver hoy más con el reconocimiento social y la validación que con situaciones institucionales. Frente a una crisis del sida que está lejos de resolverse, ¿cómo se explica la renuencia de algunos a practicar el sexo seguro y abandonarse a prácticas de riesgo? Me parece algo desconcertante. Creo que en el caso del bareback (sexo a pelo) hay varios aspectos que se deben considerar. En una primera generación hay por supuesto cierto cansancio con el deber de la cautela, la negativa a pasarse la vida entera siendo cauteloso. Es algo que personalmente no apruebo, pero que puedo comprender. También está el hecho de que el sexo seguro no significa necesariamente no correr ningún riesgo, sino controlar el riesgo. Se trata de calcular qué es verdaderamente riesgoso y qué no lo es. Y eso hace que alguna gente haga cosas arriesgadas. Pero algo importante es la transgresión, el deseo de los liberacionistas gay de ser transgresores. Hay un elemento fuerte en la comunidad queer que cree en la importancia de seguir siendo transgresores. Y se trata de una forma de transgresión que pone vidas en riesgo. Algunas personas creen que el riesgo es importante y que es lo que hace que la vida valga la pena. Pero lo que importa entender es que no se trata sólo de que la gente pueda ser estúpida (aunque puede darse el caso), sino que es algo que es parte de una compleja red de emociones y de identidades que cambian y del deseo de seguir desafiando al orden tradicional. Y frente a esa situación, ¿qué tan efectivas son las estrategias profilácticas en curso, como el tomar tratamiento para evitar infectarse en relaciones de riesgo? Existen, por supuesto, y lo notable es el auge de un repertorio de ayudas sexuales, como el viagra. La medicina interviene en la sexualidad no sólo para prevenir, sino también para procurar más placer. En este contexto cultural, no basta con decirle a la gente que no debe hacer ciertas cosas, sino en brindarles una mayor flexibilidad en sus prácticas. Esas medidas profilácticas no deben verse como salvaciones, pues aunque haya ahora tratamientos que pueden prevenir la reproducción del VIH, no quiere decir que prevengan la reproducción de otras infecciones de transmisión sexual, por lo que pueden disminuirse un conjunto de riesgos aumentando otros al mismo tiempo. |
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