Hijos gays en casa
madres inéditas
El momento en que un hijo o hija sale del clóset se convierte en un parteaguas para las familias. Esto representa una oportunidad para que los padres y madres reflexionen acerca de su propia concepción de la sexualidad.
Leonardo Bastida Aguilar
La incorporación de madres y padres de familia a grupos de apoyo para adolescentes y jóvenes lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTTTI) es de gran ayuda para mejorar la relación intrafamiliar. Esto se logra cuando al interior del hogar se derrumban las barreras en torno a temas como la diversidad sexual, la sexualidad en general y el autocuidado.
“Esta situación no es una cruz”, menciona Carmen, madre de familia que en los últimos dos años ha cambiado su forma de ver al mundo. De observarlo con un par de lentes a blanco y negro ha pasado a mirarlo a unas gafas con todas las gamas de color. Su hijo, de 16 años, quien gusta de vestirse como figura de anime japonés (cuya característica principal es la ambigüedad de género) la ha hecho confrontarse con un tema que asumía lejano: la diversidad sexual.
Un folleto que encontró en la recámara de su hijo fue el objeto que cambio la vida de Carmen, quien se encontraba en medio de una crisis familiar derivada de la imposibilidad de acercarse a un tema como el de la diversidad sexual. A dos años de distancia reconoce que ejercía violencia contra su hijo, un adolescente que había optado por irse de su casa porque su mamá no le permitía ser como él deseaba.
La situación se había salido de control y tuvo que intervenir el Ministerio Público. A pesar de que ella y su hijo iban a dependencias para recibir apoyo psicológico, él decidió salir de su casa a los 13 años, por un tiempo, mientras que a ella le daban más terapia porque, según quien la atendía, requería de “servicios de salud mental”.
En uno de esos “ataques”, Carmen buscó uno de los folletos que había encontrado entre las cosas de su hijo y llamó. Ese fue su primer contacto con la organización Cuenta Conmigo. Para ella, el hecho que le hayan dado una pronta respuesta representó “un acto de magia”.
En su primera visita al taller al que había sido invitada por la organización, se dio cuenta de que gran parte de su problema era su homofobia interna, y reconoce que siempre pensó que “la homosexualidad era una cosa de jovencitos, una moda”, algo que no era cercano a ella. Con las explicaciones se dio cuenta que era una situación que tenía en casa y tenía que revertirla.
En el grupo de padres y madres de Cuenta Conmigo se sintió diferente, ya no le decían como en otros grupos: “dale un tiempo, dale chance”, “él lo va a pensar bien”, “todo esto es pasajero”, sino que abordaban los temas de diversidad sexual y a ella se le derrumbaban mitos que se había construido sobre el tema, mientras el duelo que vivía por la situación se alejaba.
“Háblame bien”
La voz se entrecorta cuando recuerda que le decía a su hijo: “a mí háblame bien, no como puto, a mí háblame bien”, o cuando le pedía a su esposo que “calmara” a su hijo. Le decía: “yo te veo muy campante, como si nada. ¡Haz algo, habla con él! A lo mejor hace falta que tú te entiendas con él para que cambie”. “Como si eso hubiera sido una fórmula para que él dijera que ya no, que él no tenía homosexualidad”, recuerda y hace un pausa obligada para contener el llanto.
Sus acciones fueron constantes. Recuerda que muchas veces se molestó y recriminaba a su hijo porque “se movía y hablaba como niña”. En su interior se preguntaba por qué él era así y se lo reclamaba diciéndole que “ya no fuera ridículo” o que “no lo quería como puto”, que sólo se comportara “así” dentro de la casa y que bailara pero no afuera, donde todos lo podían ver
Ella no se daba cuenta de la presión que ejercía sobre su hijo. Llegó a decirle que se esperara “para sus cosas” hasta que terminara la secundaria. Él iba en segundo grado, no quiso esperar y salió de su casa. Esta fue la señal de alarma que la incitó a hacer algo. Ni siquiera cuando se percató de que en la escuela molestaban a su hijo, incluidos algunos maestros, decidió tomar acción. Ella misma culpó a su hijo de esos sucesos.
Ponle lubricante
Mientras platica con su hija, Carmen le explica cómo debe colocarse un condón y, si es posible, ponerle lubricante. De 18 años de edad, la muchacha parece sólo “darle el avión”, pero ella se siente mejor al hablarle del tema y así contribuir a evitar un embarazo o una infección de VIH. También supervisa que cuando su hijo sale de casa, lleve condones. Ni su esposo se salva. Aunque no esté de acuerdo en algunos temas, la escucha.
Ella llegó al grupo de padres y madres de Cuenta Conmigo para hablar de la homosexualidad de su hijo. Sin embargo, los talleres le han ayudado a conocerse a sí misma, a darle sentido al rol que ha vivido en su vida, a quitarse culpas y a entender que no importa si tienes un hijo homosexual o heterosexual, no puedes permitir que lo traten mal, porque es un ser humano.
También cambió la concepción que tenía sobre el VIH. Reconoce que lo asociaba a la homosexualidad. Incluso, cuando su hijo se fue de casa, a su regreso, ella misma lo llevó a realizarse una prueba de VIH, pero ahora se da cuenta de que no les dieron la atención adecuada e incluso se burlaban de ellos. Si volviera a pasar, asegura que ya tiene las herramientas para que no lo vuelvan a hacer.
Cada vez que su hijo sale de casa, ella le insiste en que se proteja. Ya no le importa que ante los ojos de los demás sea una mamá alcahueta, sino que su hijo se cuide en cuanto a su salud y a su seguridad, pues a dos años de haber ingresado a una escuela vocacional del Instituto Politécnico Nacional sufre bullying y le es difícil llevarse bien con sus compañeros. Ella quiere su bienestar, que haga lo que él desee y que se sienta bien consigo mismo.
Un grupo de jóvenes
En 1991, en la organización civil Letra S Sida, Cultura y Vida Cotidiana se propuso la creación de un espacio para jóvenes homosexuales, bisexuales, transexuales y lesbianas, debido a que no había espacios donde pudieran obtener apoyo especializado para vivir de manera plena su orientación o preferencia sexual. Era bien sabido que las generaciones anteriores no tuvieron un espacio para hablar sobre el tema de la diversidad sexual.
Dicho espacio pudo concentrarse en las instalaciones del Centro Recreativo “Niños Héroes” del Sistema Integral para el Desarrollo de la Familia (DIF). Uno de los objetivos del entonces grupo de “Jóvenes Gays y Familias por una Comunicación Asertiva” era ayudar a evitar el rechazo de estos jóvenes en sus hogares y familias, debido a que “el rechazo afecta mucho, y sobre todo, por orientación sexual porque ésta no se elige y culturalmente se piensa que sí. Ellos saben que no y eso les afecta más”. Por esta razón, se fue integrando a las madres y padres de los jóvenes.
En 2008, el “grupo de jóvenes”, como se le llamaba entonces, se conformó como asociación civil bajo el nombre de Cuenta Conmigo: Diversidad Sexual Incluyente. Su finalidad es trabajar a favor del desarrollo psicoafectivo y sexual de hombres, mujeres, heterosexuales, gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y transgénero, así como de sus familiares que requieran apoyo, o bien, desean acompañarlos en este proceso de aprendizaje.
Este grupo, actualmente coordinado por Lina Pérez Cerqueda y Hugo Bautista, es un espacio para personas que quieren incrementar el autoconocimiento y mejoramiento personal, así como aumentar sus conocimientos sobre sexualidad y, con ello, promover un ambiente contra la discriminación.
Las sesiones de trabajo se realizan los sábados por la mañana y la tarde. Sin embargo, ante la dificultad de horarios para que asistan los padres y las madres, se ha planteado la necesidad de crear una Casa de las Familias Diversas, en la que haya apoyo todos los días de la semana en horarios más flexibles para las personas que estudian o trabajan.
Este sería un proyecto sin precedentes en México que permitiría crear un espacio de reunión para jóvenes LGBTTTI, sus madres, padres y otros familiares, en el cual encuentren servicios de orientación, acompañamiento y formación, rodeados de un ambiente de seguridad y confianza para ayudarles a acercarse, comprenderse y respetar la diversidad sexual.
Entre los servicios que se prevé prestar están: talleres de crecimiento personal en temas específicos: vinculaciones afectivas, prevención de ITS y VIH, identidad sexual, derechos humanos y salud sexual; grupos de acompañamiento entre pares, donde los familiares podrán compartir con otros padres y madres sobre la vivencia de tener un hijo o hija LGBTTTI. Por otra parte, los jóvenes y adultos podrán compartir con otras personas sexodiversas sobre sus vivencias, y obtener asesoría y atención psicológica individual, de pareja y familiar, así como talleres de sensibilización a la diversidad sexual especiales para niños y niñas.
No todo es homosexualidad
“Desde los quince años vi que tenía algunas inclinaciones, pero no le decía nada ni consideraba que eso fuera un problema”, relata Alma, otra de las madres que asiste a los talleres de Cuenta Conmigo. Se enfrentó a la realidad una noche en que su hijo le pidió permiso para ir al concierto de una cantante transexual. Ella lo dejó ir pero nunca pensó que la situación le afectaría tanto, al grado de angustiarse por el tipo de gente con la que podía convivir. Ella misma fue a recogerlo más tarde, pues estaba muy inquieta.
“Pensé que era menos homofóbica, me dio miedo que le pudiera pasar algo”, confiesa y recuerda que buscó ayuda y la encontró en un programa de Diálogos en Confianza, de Canal Once, donde integrantes de Cuenta Conmigo participaron. Ella los llamó y la invitaron a un taller. Necesitaba más información y allí la encontraría. Su sorpresa es que no sólo ha aprendido sobre el tema de diversidad sexual, sino de VIH, salud sexual y reproductiva, algo que considera positivo, pues ahora ya le puede decir a su hijo como cuidarse.
Casi de manera inmediata sintió confort al saber que no estaba sola. A diferencia de otras madres y padres del grupo, ella no se había enfrentado al momento en que su hijo le dijera que es gay, ella lo intuía y no mencionaba nada, sin embargo, reconoce que su hijo, actualmente de 20 años y estudiante de diseño gráfico, estuvo mucho tiempo cerrado al tema y no quería hablarlo.
Apenas, algunas semanas atrás, él aceptó ir por primera vez a una convivencia con otros jóvenes LGBTTTI y le ha dicho a su madre que ojalá se repita la experiencia. Ella confía en que pronto pueda hablar, de manera abierta, con su hijo sobre el tema. Mientras tanto, no duda en afirmar que este tipo de talleres y acompañamientos deberían darse “de manera masiva” a muchos otros padres y madres, pues, asegura, hay mucha gente que lo requiere, porque es una realidad.
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