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Pier Paolo Pasolini contra el mundo
Entre la extensa obra poética de Pier Paolo Pasolini, nacido en Boloña, Italia, en 1922, se encuentra un breve pero sustancioso poema titulado “Al príncipe”, que resume, en apenas catorce versos, una perspectiva melancólica de la vida del poeta italiano y una visión profética de su muerte. Contenido en el libro La religión de mi tiempo, publicado en Milán en 1961, “Al príncipe” es una pieza redonda que, a nivel formal y temático, resulta fascinante para cualquier lector (aquí cito la traducción de Guillermo Fernández, la mejor versión al español de la que tengo conocimiento): “Si vuelve el sol, si desciende la tarde,/ si la noche tiene un sabor de noches futuras,/ si una tarde de lluvia parece volver/ de tiempos tan amados y nunca del todo poseídos,/ ya no soy feliz al gozarlos o sufrirlos:/ no siento ya, frente a mí, toda la vida…/ Para ser poetas se necesita mucho tiempo:/ horas y horas de soledad son necesarias/ para formar algo que es fuerza, abandono,/ vicio, libertad, para darle forma al caos./ Poco tiempo me queda: por culpa de la muerte/ que me viene al encuentro en mi marchita juventud./ Mas por culpa también de nuestro mundo humano/ que le quita el pan a los hombres y a los poetas la paz.” El poema puede dividirse en cuatro partes, la primera (“Si vuelve el sol […]”) es un momento de revelación en el que el poeta acepta, con una amarga resignación, el paso y el peso del tiempo sobre sí mismo. La segunda parte (“Para ser poetas […]”), derivada de este primer enfrentamiento con la realidad, es una profunda reflexión sobre el oficio del poeta y su hambre de soledad. La tercera sección (“Poco tiempo […]”) puede leerse como una asombrosa premonición de su propia muerte, mientras que la cuarta y última parte (“Mas por culpa […]”) es la terrible y dramática conclusión a la que llega el poeta.
Pero en su aparente claridad este poema guarda un misterio para mí indescifrable: su título. Puedo intuir que se trata de una dedicatoria a aquel que habrá de suceder al Rey, es decir, al hijo del que gobierna y que es una alegoría del Poder y sus abusos (que Pasolini criticó de manera vehemente), o puede ser que se refiriera a sí mismo como un príncipe que ve menguada su juventud y contados sus días en el reino del hombre. Cualquiera que sea la interpretación, Pasolini fue un artista genuino que encontró en el lenguaje poético (ya fuera en el cine o en la literatura) la única manera de darle una forma a la experiencia vital. “Al príncipe” es un poema en el que Pasolini vaticina, casi quince años antes, su trágico asesinato, en esa noche del 2 de noviembre de 1975 en la que la paz y la vida le fueron arrebatadas a golpes con su propio bastón, en circunstancias no esclarecidas hasta ahora pero en las que, probablemente, hubo participación del Estado italiano, que quiso disfrazar la muerte del poeta con el velo de un crimen pasional.

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