Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 4 de enero de 2015 Num: 1035

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Narrativa venezolana:
más de un siglo

Venezuela, el libro y
la dimensión humana

Luis Tovar

Venezuela, ocho
décadas de poesía

El nombre de Venezuela
Leandro Arellano

Atenas, llama cuyo
color es azul

Nikos Karouzos

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Miguel Ángel Quemain
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Escenología, memoria y creación
del teatro mexicano

El Diccionario mexicano de teatro, siglo XX es el último título de la colección Memoria y Creación, en la que se publicaron ocho libros de investigación y formación de creadores escénicos. Se trata de un recurso que es resultado de un programa que aprobó el Legislativo como Apoyo y Estímulo a la Producción de libros que realizó Conaculta-INBA hace dos años y que concluye en este 2015.

Los títulos: El jardinero de fantasmas, vida y obra de Carlos Ancira, de Jesús Ibarra; Aplicación y Desarrollo del drama holista, de Carlos Robles Cruz; El actor en el siglo XVIII, La danza teatral en México durante el virreinato y Teatro musical y danza en el México de la Belle époque, los tres escritos por Maya Ramos Smith; Cómo escribir teatro, historia y reglas de dramaturgia, de Édgar Ceballos; En los andamios del teatro, las escenografías de David Antón y, finalmente, el que motiva esta reseña.

Si hago el recuento de estos esfuerzos institucionales y privados es para hacer notar que el arrojo de Ceballos enriquece nuestra posibilidad de informarnos, pero todavía es incompleta y debería contar con mayor rigor en la elaboración de cada ficha, poseer un formulario, que no tiene que ser visible, donde se asignen campos imprescindibles, y se regularicen las entradas.

Humberto Mussachio se enfrentó a esos problemas y logró hacer muchos ajustes al primer esfuerzo que le significaron las fichas del Diccionario enciclopédico de México que se publicó en cuatro tomos en los años ochenta, y que derivó finalmente en una obra enorme, difícilmente reeditable, que fue Milenios de México, que tendió puentes entre diversos temas que son propios de lo nacional y que obligan a emplear subcategorías y subgéneros que no se contemplan en la generalidad de las normas de clasificación internacionales, porque están en el orden de lo doméstico.

No hay que dejar de reconocer múltiples aproximaciones que han tratado de ofrecer un panorama totalizante de períodos, temas, corrientes y manifestaciones de nuestro teatro que forman ya parte de un mural de acercamientos valiosos, o que lo fueron, así como otros abordajes académicos que afinaron referencias, corrigieron y aumentaron a partir de archivos que se fueron clasificando y develando.

El propio Édgar Ceballos hizo un primer esfuerzo, su Diccionario enciclopédico básico de teatro mexicano, siglo XX, México. Ed. Escenología, 1998), primera piedra de este logro personal y reproche hacia las instituciones necias que s iguen considerando que la investigación no forma parte de los apoyos que otorga el Conaculta y que, por el modo en que la plantea Ceballos, la indagación teatral no ofrece interés para las normas del Conacyt.

Ceballos ha hecho muchas cosas solo, pero no podemos obviar trabajos que han abierto camino y  que no sólo han documentado lo que somos con recortes, programas de mano, folletos, catálogos y demás documentos útiles que conforman el acervo del Citru. Continúan siendo referencia para obras sobre la Revolución mexicana los trabajos de Wilberto Cantón. En ámbitos más generales están Seki Sano, Fernando Wagner, Magaña Esquivel y Francisco Monterde.

Hay aproximaciones teóricas importantes, como la que hace algunos años emprendió Alejandro Bullé-Goyri con una amplia investigación sobre el teatro del siglo XX, que se materializó en 2005 con un trabajo señero: Teatro y vanguardia en el México posrevolucionario (1920-1940), que se caracteriza por una reflexión de orden teórico-metodológico, misma que alcanzan también sus trabajos más recientes, como es el caso de Armando Partida Tayzán, una mirada indispensable en el orden teórico-práctico. No hablo de la web, pero Luis Mario Moncada presentó un esfuerzo de alcance semejante en línea.

Sucede lo mismo con Rodolfo Obregón (Utopías aplazadas, últimas teatralidades del siglo XX, 2003), que se ha esforzado por conjuntar y documentar la diversidad de lenguajes y sus antecedentes en el siglo XX. También está la documentación proliferante a partir de Paso de Gato, bajo la batuta de Jaime Chabaud.

El logro de Édgar Ceballos, al menos en el terreno de las artes escénicas, todavía no lo consiguen las instituciones con un presupuesto dedicado a cumplir con varios de los objetivos que tiene este diccionario.

El esfuerzo de Ceballos y el merecido aplauso por su trabajo es la vergüenza de nuestras instituciones artísticas, que funcionan como agencias de colocación de incompetentes enviados por influyentes y jerarcas burocráticos, además de los sindicalizados (cuya filosofía consiste, para la mayoría, en llegar tarde e irse a tiempo), enemigos del trabajo y cuyas conquistas laborales se convierten en prebendas y privilegios ofensivos.