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Mario Fuentes
Querido Paul
¿Te acuerdas? Apenas tenías veinticinco cuando le preguntaste a la destinataria de una carta musical si, cuando llegaras a los sesenta y cuatro años de edad, acaso ella seguiría necesitándote y alimentándote y, como de paso, le recordaste que por supuesto ella también sería vieja para entonces.
Quién lo dijera: hace ocho años y cuatro días que transpusiste esa frontera cronológica imaginaria, tanto como siempre lo fue aquella otra que un colega tuyo, inglés también pero no de Liverpool sino de Londres, marcó a sus brevísimos veinte, cuando dijo que esperaba morir antes de llegar a viejo.
Hasta donde sé, todavía no se han sentado en tus rodillas Vera, Chuck ni Dave, el trío de nietos que imaginaste en 1967. Lo cierto es que aún hoy, a tus setenta y dos cumplidos, y pese a que recientes problemas de salud te hicieron cancelar un par de fechas, sigues dando conciertos y –cosa que no te importa mayormente, estoy seguro– acumulando récords, ya sea de discos vendidos o de covers a alguna de tus canciones.
No te quito más tiempo, querido Paul. Sólo quería felicitarte y desear que no dejen de salirte ampollas en los dedos. |