Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 22 de junio de 2014 Num: 1007

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La narrativa íntima
de Aline Pettersson

Nadia Contreras

Cinco poetas
novísimos de Morelos

El cáliz como redención
Ricardo Venegas entrevista
con Ricardo Garibay

Roberto Saviano:
el triple cero del
narco neoliberal

Fabrizio Lorusso

Una memoria prodigiosa
Fabio Jurado Valencia

El muerto
Manolis Anagnostakis

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De paso
Mario Fuentes
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
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Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Desde Jalisco, Troker criminal

Hace rato, desayunando en un hotel donde se festeja el Día del Padre al son de Michael Jackson y los Tucanes de Tijuana, hablábamos con colegas sobre lo que está sucediendo en Jalisco (en tales tierras andamos) con los múltiples ciclos y festivales culturales que tienen este año. Verbigracia: hoy mismo, mientras niños y papás afiebrados por el Mundial pateaban balones alrededor de nuestra mesa, el Teatro Degollado se preparaba para inaugurar el Encuentro Nacional de Danza, que por primera vez existirá en estos lares. Otro ejemplo: el Festival Estatal de las Artes (FESTA), a suceder en agosto próximo. Un evento que combina a treinta y tres municipios invitados a Guadalajara para mostrar obras de disciplinas variopintas y, principalmente, para dialogar en torno a la producción artística. Esto es, la manera como se conceptualiza, produce y ejecuta una puesta en escena. O el Festival de Jazz de Jalisco, a ocurrir en la primera semana de julio. Un esfuerzo de la Fundación Tónica y la Secretaría de Cultura al que asistirán grandes músicos de Estados Unidos y México para dar conciertos, clases magistrales y homenajear la figura del legendario saxofonista Popo Sánchez.

Cuando la algarabía futbolera se volvió insostenible alrededor de nuestros platos, huimos recordando a Troker, sexteto tapatío abocado a un jazz sin fronteras que lo mismo le mete al swing que al rock, al pop que al free. Ellos son resultado de todo lo anterior además, claro, de su propia determinación y talento. No sólo se trata de virtuosos ejecutantes, de carismáticos seres de escenario, de tipos que han sabido inyectarle esteroides al concepto banda instrumental, transformándose en un proyecto eficiente y autosustentable con cada vez mayor presencia internacional. (Justo ahora están de gira por Europa, a donde nuevamente llegan invitados por el Festival Glastonbury de Inglaterra.) Lejos de presumir conquistas, sus integrantes deciden salirse de la zona de confort trazando experimentos que develan un fondo artístico valioso y honesto.


Troker

Así es su nuevo disco Crimen sonoro. Una aventura en la que muestran lo mejor de una personalidad lúdica y brillante (dibujada a lo largo de cuatro CD’s y numerosos proyectos especiales), pero que ahora asume un carácter y determinación que los pone en otra liga interpretativa. Escuche la lectora, el lector dominical, los cuatro minutos con cuarenta y cuatro segundos de su primer sencillo, Tequila Death  (gratuito en la red), para corroborar nuestro entusiasmo. Pocas veces se pueden sentir en una sola pieza todos los rasgos de un grupo: orgullo por su origen, sofisticación rítmica (Frankie Mares y Samo González), elocuencia y elegancia melódica (Gil Cervantes y Tiburón Santillanes), oleadas de sicodelia armónica (Christian Jiménez) y magníficos aderezos urbanos (DJ Zero), todo bajo los más efectivos cánones del movimiento de cadera.

Terminada dicha pieza regresan los ecos del jardín del hotel: entre el clamor de las madres y los gritos de gol de los padres suenan diluidas versiones de bossa nova sobre clásicos del rock anglosajón. Todo es Brasil y su mundial. Los arreglistas de algunos de esos bodrios sónicos nos parecen verdaderos delincuentes. Resulta increíble que frente a un repertorio tan vasto y variopinto como el de aquel país los peores ecos de la “Chica de Ipanema” sigan ostentando su absurda y forzada hegemonía. No tenemos nada en contra de esa bella creación de Jobim y De Moraes, pero ¡hay tanto por descubrir! Volvamos al tema.

Cometiendo su propio “crimen” los integrantes de Troker se lanzan estos días a la celebración de sus primeros diez años juntos. Y eso no es todo. En los siguientes meses sumarán al festejo la edición de una novela gráfica a cargo de Bernardo Esquinca (inspirada precisamente en Crimen sonoro), presentarán el álbum que grabaran en vivo en la Puerta 22, y editarán el score escrito para su musicalización a la película La banda del automóvil gris, comisionada por la Cineteca Nacional.

Cerramos líneas cuando en la televisión aparecen veintidós futbolistas. Las cosas en el hotel se han calmado. Los amateurs del jardín han cedido su tiempo a quienes en la cancha parecen defender la felicidad de tantos millones. Tomamos una decisión: volveremos a Jalisco en agosto para escuchar a Troker en el Teatro Degollado, cuando estará acompañado por otros músicos destacados del estado: Espumas y Terciopelo, Pumcayó y Fesway. Tres bandas cuyos estilos no tienen nada que ver entre sí, pero que además de poseer recomendables cancioneros han entendido algo básico en esta geografía: un concierto es composición y sonido, sí, pero un espectáculo también es luz, escena, vestuario y movimiento. (Nomás hace falta ver a los futbolistas del mundo.) Un balón ha quedado olvidado sobre el césped. Nos llama. Buen domingo. Buena semana. Buenas patadas.