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Felipe Garrido
Xanacoa
A tres días del mes de marzo, año de 1513, don Martín Soto, adelantado de Su Majestad, partió de San Lúcar con seiscientos hombres e siete naves. E yo, Antón Gil, venía en La probanza, la más velera dellas. La gobernaba Diego Lainza, y venía a bordo el veedor fray Pedro Ruiz, franciscano, con dos compañeros de su orden. E llegados a un puerto que se dice Cabo de Luzes, el domingo la mar comenzó a venir muy brava y la tempestad creció tanto que no menos tormenta había en tierra, y todas las casas e iglesias se cayeron, y seis o siete hombres andábamos abrazados para que el aire no nos llevara, e había que ver que los árboles no nos matasen, pues los vientos los tiraban. Pero don Diego nos hizo subir e desató las velas y cuando otro día amainó nos vimos sin los otros barcos, e luego se supo que un sobrino suyo algo le había dicho e don Diego no quería que nadie más llegara a Xanacoa. (De Nuevas navegaciones..., atribuido a Antón Gil, el Xamurado) |