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Copi, un clásico del sur extremo
Sin carta de naturalización en México, pero con un poderoso espíritu clásico, el argentino Copi empieza a circular en México gracias a ese aire fresco e innovador de los editores de Adriana Hidalgo, en el marco de una tradición editorial que en los últimos años se ha visto amenazada en Argentina por el crecimiento de un panorama editorial que prescinde de los editores para hacer libros.
Copi regresa a México con obras referenciadas en nuestro país desde distintos miradores (Cesar Aira es tal vez su lector más agudo): Eva Perón, en la traducción de Jorge Monteleone y Cachafaz/La sombra de Wenceslao, (publicadas por Adriana Hidalgo, la primera en su colección de Teatro argentino y la segunda en La Lengua, Teatro). Cuenco de Plata y Anagrama han recuperado la diversidad de este extraordinario autor con la edición de relatos y ensayos de y sobre Copi, en lo que podemos entender como un redescubrimiento de este demiurgo en nuestra lengua.
Hay que decir que Copi (Raúl Natalio Damonte Botana, Buenos Aires, 1939-París, 1987) es un mélange entre una visión vanguardista cultivada en Francia, su residencia permanente, y una mirada a la tradición argentina que va de la poesía gauchesca, la sátira y el tango, hasta los mayores refinamientos de ese conjunto que formaron Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges y Bioy Casares, y la apertura del horizonte homosexual en la literatura.
Desde principios de los sesenta, Copi fue haciéndose un lugar en la cultura francesa (recibió nada menos que el Premio de la Ville de París al mejor autor dramático). Durante una década publicó La mujer sentada, una tira cómica que apareció en Le Nouvel Obvservateur. Es curiosa la coincidencia en los sesenta con Alejandro Jodorowsky, quien junto a Fernando Arrabal y Roland Topor fundaron el grupo de acciones teatrales Pánico en el que participó Copi (estaban también Víctor García y Jorge Lavelli), con su actuación en Las criadas, de Jean Genet.
Como pasó con Héctor Bianciotti, un argentino insuficientemente reconocido en su propio país, empezó a escribir sus obras en francés. Eva Perón (1979) es una de ellas, pero también están grandes aportaciones a la parodia, la sátira, el verso dramático y la indagación sobre el proceso actoral y la creación del director. Los temas que constituyeron indagaciones formales al interior de la estructura de la obra fueron, principalmente, el mundo del travestismo, de la palabra, de la lengua, del género. Su bibliografía fundamental no correrá la fortuna de la obra de Héctor Mendoza, pues quedará repartida en tres editoriales de gran alcance que harán lo suyo para llegar a sus potenciales lectores: Santa Genoveva en su bañadera (1966), El cocodrilo y el té (1966), La jornada de una soñadora (1968), El homosexual o la dificultad para expresarse (1971), Las cuatro gemelas (1973), Loretta Strong (1974), La pirámide (1975), La copa del mundo (1978), La sombra de Wenceslao (en español, 1978), Cachafaz (en español, 1981), La torre de la defensa (1981), La heladera (1983), Las escaleras del Sagrado Corazón (1984), La noche de Madame Lucienne (1985) y Una visita inoportuna (1985).
Escribió cinco novelas de dramaturgo: El baile de las locas (1976), La vida es un tango (1979, única que escribió en español), La ciudad de las ratas (1979), La Guerre des Pedés (1982, aún sin traducción), y La Internacional Argentina (1987). Hay dos reuniones de relatos: Las viejas travestís (1978, donde se incluye El uruguayo, novela corta con la que inicia su producción narrativa en 1972) y Virginia Woolf ataca de nuevo (1984).
La obra de Copi ofrece múltiples lecturas que en 2002 fueron exploradas por actores mexicanos de gran experiencia y talento. Actores que viven intensamente la experiencia teatral como un ámbito de análisis literario y los desafíos actorales como pedagogía. Me refiero a El homosexual y la dificultad de expresarse, que dirigió Daniel Giménez Cacho; Eva Perón, por Catherine Marnas, y Las cuatro gemelas, por Carlos Calvo. Fue un homenaje en el Teatro Orientación con actuaciones de Julieta Egurrola, Juan Carlos Barreto, Enrique Arreola, Verónica Segura, Mariana Giménez y el propio Giménez Cacho.
Eva perón, Cachafaz y La sombra de Wenceslao nos dan oportunidad de revisitar y/o conocer por vez primera, a uno de los autores argentinos más relevantes del siglo xx. Con todo y el tránsito al francés, se reconoce a una de las voces más potentes y características de la lengua argentina porteña, carnavalesca y profundamente subversiva, ¡Che!.
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