Te desgarrarás también tú en la uña de la gata,
y los que juegan nuestra vida a las cartas,
y los que juegan a los dados nuestra alma,
aquí donde cohabitan los demonios y los santos.
¿Pero por qué hablamos de muerte?
¡Hay tantas muertes vivas!
¡Cuántas horas de ésas de piedra he tragado!
Viví bajo los ojos y las uñas de la arpía,
vi el odio silencioso de los escarabajos,
el espíritu que sopla de los desiertos.
Y así pasaba siempre entre lenguas encendidas y aullidos,
el aliento de las bestias me tocaba la nuca,
caminando horas interminables,
obligando a mi cuerpo a obedecer.
En mi soledad aquí ya desprecio
las más bajas:
tejones hipócritas, roedores, perros golpeados.
Meto sin miedo la mano en la boca de los leones.
Cuando le temes el peligro te muerde.
Véase La Jornada Semanal, núm. 735 5/IV/2009
Versión De Francisco Torres Córdova |