jornada


letraese

Número 184
Jueves 3 de Noviembre
de 2011



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Caminar

Los pies me empezaron a torturar. Cuando ponía las plantas sobre el suelo plano era como andar sobre guijarros. Creí sufrir otro ataque de neuropatía periférica. Eventualidades del cuerpo en su enfrentamiento a las leyes del VIH/sida.
No puse cuidado en ese dolor persistente. Pasaron semanas, meses. La dolencia no cedía ni con calmantes ni con emulsiones de peyote y mariguana. Visité al podólogo y después de palpar, tomar la impresión de mi pisada y hacer unas llamadas, su dictamen me dejó perplejo. Dijo que me he quedado sin tejido graso en las plantas. Me recomendó usar plantillas especiales y caminar lo menos posible.
Durante varios lustros, y aún bajo el asedio de los balazos, he contado con el lujo de media hora diaria de caminata para prevenir colesterol y estrés. Al lado de mi esposa soy capaz de caminar y pensar sin fatigas. Sólo marchar y respirar por el puro placer de dejarme llevar. Mi meditación se abisma en las profundidades de un chisme familiar o un verso de Gorostiza. La hora que yo prefiero es el amanecer. La madrugada es ese intersticio cósmico donde se recogen las tinieblas en un solitario haz luminoso y se despliega la luz desde el corazón de la nada.
Es tan hermoso andar por andar, sin carta de navegación. Giros y quiebres, recovecos y nudos del diálogo para disolver al yo que no quiere darse por vencido. El murmullo del barrio se extiende no más allá de unas cuadras. ¿En qué piensa mi pensar sin asideros? Cada vez me convenzo en que mi pensar no me pertenece. Mientras utilice las palabras como instrumento arbitrario, nada de lo dicho me es propio. En el caminar la majestad del silencio abre sus portales para que se resguarde el soliloquio.
A este divisadero de fresnos polvorientos llegan al trote deportistas presurosos y señoras con temor en la mirada. ¿Cómo perderme la cita con el hermoso muchacho que a las 6:00 cruza el parque camino a la fábrica, sin reparar en mí?
¿Cómo posponer el encuentro con la primera luna de octubre que marca la frontera entre el verano encanijado y el manso recogimiento del otoño? Una dulce melancolía estremece el verdor escaso de mi país. He descubierto que el amanecer se reserva para sí toda la gama del azul, como el bermellón reina en la paleta de los ocasos. La lipodistrofia no sólo ha hecho de mi cara un tema impresentable, ahora se ha puesto a licuar el humilde tejido en la base de mis pies. Las plantillas ortopédicas apenas me ayudan. Pero el dolor no me arredra. Esto es la vida: caminar entre estiércol de perro y jazmines amanecidos.

S U B I R