Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Al pie de la letra
Ernesto de la Peña
Dos poemas
Eleni Vakaló
2012: Venus, los mayas y
la verdadera catástrofe
Norma Ávila Jiménez
Castaneda: la práctica
del conocimiento
Xabier F. Coronado
Trotski en la penumbra
Gabriel García Higueras
Juan Soriano en Polonia
Vilma Fuentes
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Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Las Rayas de la Cebra
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Corporal
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Felipe Garrido
Noches de luna
El barrio era tranquilo y silencioso. Vivíamos en las afueras. De noche oíamos los grillos. Los susurros de los vecinos. Alguien cantaba. A veces pasaba alguien por la calle. Siempre calor. Mayo y junio, insoportables. Hasta que empezaba a llover y algo refrescaba. Allí viví mis primeros años. Allí estaba mi familia. Me sentía querida, protegida.
No teníamos luz eléctrica y, cuando llegaba la noche, nos metíamos a las casas. Todo quedaba a oscuras. Parecía que allí no vivía nadie. El cielo era hermoso, lleno de estrellas. Y cuando había luna las calles se iluminaban con una luz clara y pareja. Salíamos de las casas. Jugábamos, gritábamos, corríamos libremente por las calles. Nadie nos molestaba. Cuando la luna comenzaba a meterse nos despedíamos, sudorosos. Ahora hay luz, pero nadie la enciende. Guardo a mis hijos. A veces se oyen unos balazos. Alguien grita. Luego dicen que aparecieron unos cuantos muertos. Nadie sale. Aunque haya luna. |