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Atrevimiento de Mahler
Cada quien su historia. Esta es la nuestra escuchando la Segunda sinfonía, de Gustav Mahler, con la Orquesta Filarmónica de Londres y el coro de Edimburgo, bajo la dirección del histriónico e inigualable Leonard Bernstein. Para hacerse la propia, apreciado lector, deberá asistir a la Gala Inaugural de la Temporada de Otoño de la Orquesta Filarmónica de Ciudad de México, acompañada por el Coro Filarmónico Universitario, bajo la conducción del apreciado José Areán, el próximo 10 de septiembre en la Sala Silvestre Revueltas de la Ollin Yoliztli. Obra inefable, resulta tonto describirla en palabras; empero, abusando de adjetivos, torpe y malamente, lo intentamos… y fracasamos. Perdón. Jamás lo haremos de nuevo.
1ER Movimiento: Totenfeier-Rito Fúnebre. Allegro maestoso. Maravillosa la entrada de los chelos, su dinámica, sus acentos y silencios sobre el pedal susurrante. La persecución de los alientos, el aire boscoso, nocturno; el temperamento poderoso, agorero al inicio de un viaje de dos horas y media. De pronto, dulcificado en pos de la esperanza, el vuelo de violas y violines; el vaivén que termina siempre contra las rocas; su vuelta al arranque para tornarse épico, dramático, sin llegar a la explosión. Y así el regreso a lo introspectivo, hasta el arribo de nuevos remolinos entre violines y trompetas, diálogo que enfrenta a las cuerdas con los alientos para llegar a un punto de vértigo… Entonces, un nuevo amanecer, el renacimiento que poco a poco se libera de la muerte.
Extremos, vibrantes, los timbales se suman a un ostinato tenebroso para dejarnos en las arenas del inicio (esos obligados que tanto recuerdan a Beethoven). Sin sueños de cumbre, somos arrojados hacia amorosos glissandos, memorias de una marcha fúnebre que se va diluyendo dolorosamente hasta su espasmo final, más derrotado que violento.
2DO. Movimiento: Sehr Gemachlich. Andante moderato.
Llega el ländler ternario, cual niño sonámbulo, para apenas atreverse al juego con los recorridos dialogales abocado a las cuerdas. Hay cierta cólera subrayada por percusiones y alientos. Destaca la enorme capacidad del compositor para cambiar de ánimo en torno a los mismos esqueletos rítmicos, negando la posibilidad de una estabilización duradera. (Como si nada valiera lo suficiente para permanecer.) Magníficos los pizzicatos llamando a una paz transitoria, antes del tercer movimiento. Últimas evoluciones de los arcos para el llamamiento del arpa y sus pocos arpegios, cierre coronado por dos últimos, suaves y cortos jalones de dedo.
3ER. Movimiento: In ruhig fliessender Bewegung. También ternario, este scherzo se pone lúdico desde los primeros golpes de timbal que establecen tiempo y forma. Florecen melodías exóticas, sutilmente arabescas, preludio para una curiosa festividad altanera que, finalmente, aterriza en el duelo de contrabajos y flautas, en una calmada serie de variaciones interrumpidas por caprichosos aceleramientos que suben a la torre y gritan, antes de los primeros escarceos de la cantante, anuncio del cuarto movimiento.
4TO. Movimiento: Sehr Feierlich, Aber Schlicht.
Los versos son del “Urlicht” del propio Mahler. Flotan formando un lied con tintes celestiales. No hay virtuosismo. Sólo ternura. Breve instante de sosiego, punto más bajo de la obra y respiro perfecto antes del complejo y último bloque.
5TO. Movimiento: Im Tempo des Scherzos. Wild Herausfahrend. Energía. Erupción. Caída. Llamada de atención. Desvanecimiento. Silencio. Luego un primer cuadro sonoro, suave. Otro silencio. Un cuadro más y el coro anunciándose desde lo bajo. Nuevo silencio. Movimiento totalizador, en éste se exhiben los recursos previos, pero fracturados. Reflejo de una imaginación vibrante, inestable, presenta en forma sólida los diferentes estados de la resurrección hasta la cumbre final del coro, lo que vale el boleto y las lágrimas. (Los textos son del “Auferstehung” de Gottlieb Friedrich Klopstock.)
¿A quién se le ocurre que el alma en vilo, herida, puede reponerse tan rápido para entonces sonreír y, casi de inmediato, entregarse al llanto? Claro, al judío austríaco. Al maestro de Arnold Schoenberg, al paciente de Freud, al amigo de Klimt. Al engañado por su esposa Alma y Walter Gropius. A Gustav Mahler. ¿A quién se le ocurre quitarse la armadura y entregarse a semejante vulnerabilidad? A nosotros. ¿A usted? Sí, son casi tres horas, pero a su paso uno conoce la muerte y la resurrección.
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