Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 19 de diciembre de 2010 Num: 824

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Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos para Sampedro

Pavese a 60 años de su muerte
ANNUNZIATA ROSSI

Nota roja
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Miguel Hernández, perito en penas
RICARDO BADA

Si en Ferragosto una viajera...
ESTHER ANDRADI

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Columnas:
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ORLANDO ORTIZ

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Orlando Ortiz

Balance pesimista

Por fortuna ya pasó a la historia (tristemente) el llamado año de los Centenarios. Creo que, a diferencia del porfiriano Centenario, éste a duras penas será recordado. Como hubiera dicho mi abuelito: tanto pedo pa cagar aguado. Porque la torre que iba a ser símbolo de las celebraciones quedó a medias, y a fin de cuentas todo fue nomás circo de más de tres pistas, y si se quiere, también circo en versión multimedia, pero siempre puro circo, nada de pan.

¿Algún edificio que pueda mencionarse como recuerdo de las celebraciones? Si tomáramos en cuenta la nueva sede del Senado (que no se concluyó con oportunidad, y me temo que tampoco sea en este año), estaríamos siendo bastante manga-ancha, porque ese inmueble se había planeado que se hiciera desde mucho antes, puesto que los senadores ya no cabían en la casona de Xicoténcatl. Es más, el lugar para edificarlo cambió en diversas ocasiones.

Nada que valga la pena se construyó, o mejor dicho, sospecho que sí. En efecto, sí deben haberse construido algunas fortunas: las de los encargados de armar el circo en vivo y en multimedia. Por otra parte, rectifico: el tan mentado monumento simbólico sí será un monumento, pero a la ineficacia, la impuntualidad, la ineptitud, la impunidad, la indiferencia, la insensibilidad y la ignorancia.

Por otra parte, soslayaré medios como el cine, la TV y las historietas porque no he tenido oportunidad (ni estómago) para revisarlas. Además, si lo hiciera, temo que sería tachado de masoquista. Seguramente se salvan algunas de estas manifestaciones, pero en lo general no me atrevería a extenderles un salvoconducto.


Hermanos Flores Magón

La gran mayoría de columnistas, articulistas, comentaristas y oportunistas le dieron hasta con la cubeta a los tan mentados festejos de los centenarios. Pero hubo otra cara de la moneda: la de aquellos que por criticar los festejos y al régimen panista, “se jueron de jilo” y arremetieron contra los motivos de los festejos, es decir, argumentaron que nada había que festejar, que no hubo Independencia si estamos igual que entonces, y para qué hubo Revolución si estamos igual o “hasta más pior” que cuando don Porfirio. Este tipo de juicios se los oí lo mismo a taxistas que a docentes de todos los niveles. Desde mi punto de vista, esas posiciones son de un reduccionismo espeluznante; de un simplismo asombroso, en el mejor de los casos; aunque otras veces era simplemente muestra de crasa ignorancia (y de, como decía mi padre, el producto de confundir las ganas de miar con las de hacer el amor). Y es que muchas de estas personas, además, sostenían, como fatalidad escalofriante, que en 2010 habría otro movimiento armado, porque así es la historia de México: una revolución armada cada cien años. Poco faltó para que aseveraran que ese destino de nuestro México “por el dedo de dios se escribió”.

A esas personas, y como respuesta a sus cuestionamientos, les recomendaba que leyeran, o volvieran a leer, México bárbaro, de Reed, y después me señalaran dónde está el actual Valle Nacional, o las tinajas del Nuevo San Juan de Ulúa, o, en fin, para qué seguir refiriéndome a todo lo que nos cuenta John Reed en esa obra. Y como él, algunos otros autores, por ejemplo, Heriberto Frías y Emilio  Rabasa.

Después de permanecer en silencio por algunos minutos, me respondían, casi orgullosos por su réplica: pero es que sigue habiendo pobres, y muchos. No lo dudo ni lo niego ni lo justifico. Sin embargo, ese es otro problema. Y bastante grave, porque su carácter es mundial y se presenta incluso en países que hicieron la revolución en el siglo xx, además con una ideología muy precisa, lo cual no podemos afirmar que se dio en la Revolución mexicana. Porque también hay quienes afirman categóricamente que los ideales de nuestra Revolución no se cumplieron.

¿Los ideales de la Revolución mexicana? Si alguien me preguntara cuáles fueron, yo no sabría responder; es más, a quienes sostienen eso les preguntaría si se refieren a los de Madero, a los de Zapata, a los de Villa, a los de Carranza, a los de Obregón, a los de Cárdenas o... en fin, me parece que cada uno de ellos, o mejor dicho, cada una de las corrientes que ellos encabezaban tenían su idea o ideales, y si no de plano contrapuestos, sí diferentes. Lo curioso es que, tal vez un tanto temerariamente, me atrevería a afirmar que el único que tuvo ideales verdaderamente revolucionarios, y pocas veces se le menciona –y en esta ocasión se le ignoró de plano–, fue Ricardo Flores Magón. A pesar de todo, jamás me atrevería a afirmar que en México estamos igual que en 1910.