Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Goethe, científico
RICARDO BADA
Monólogos compartidos
FRANCISCO TORRES CÓRDOVA
Gozo por contagio
CARLOS PASCUAL
Pablo González Casanova, el intelectual
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO
Pasolini: el retorno de lo sagrado
NATACHA KOSS
Un poema para Pier Paolo Pasolini
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
El Evangelio según Pasolini
RICARDO YÁÑEZ
El impresionismo narrativo de Peter Stamm
ADRIÁN MEDINA LIBERTY
Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA
La otra escena
MIGUEL ÁNGEL QUEMAIN
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
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Felipe Garrido
Voces
En el centro de cada mesa una botella de vino vacía sostenía una vela encendida. Miró la que tenía enfrente, adornada por el desborde tornadizo de la cera; gotas encimadas de tres o cuatro noches, una medida del tiempo. La ventana era tal vez demasiado alta; tenía que esforzarse para ver las casitas iluminadas que ocupaban los cerros. Había tenido que subir quién sabe cuántos escalones para llegar al lugar y, mientras se dejaba caer en la silla, con el aliento cortado, apenas había entrevisto a la pareja que ocupaba la mesa de atrás; enlazadas las manos. Muy al fondo, otras dos parejas. Un sitio para ir acompañado. Tequila y cerveza, como siempre. No tenía prisa. Leyó la minuta completa; no había sorpresas. Escuchó las voces mientras alzaba la mano para llamar al mesero:
–Laura es bonita, ¿verdad?
–No es eso, mira, te juro que yo...
–Pero es bonita, ¿no es cierto? No es que tenga que ver, sólo te lo pregunto, dime lo que piensas. Es bonita, ¿verdad? |