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La pasión del reverendo Dimmesdale
(la carta escarlata)
Roger Vilar
En la antigua cárcel de Boston, Hester Prynne reúne el agua. No la cuenta. Su sonido es en las vigas mohosas. Gota a gota. Humedad tras humedad, desde el primer colono anglosajón que taló los bosques de Estados Unidos hasta el adusto reverendo Dimmesdale, que en la buhardilla de la iglesia, in the upper chamber, lee el pasaje en el que Moisés hace brotar agua de la roca. Quisiera determinar los versículos que condenan a Hester, pero sólo piensa en los amores del Cantar de los cantares. Las mejillas como cerezas. Ve a la pecadora correr a su pecho. Su pelo lo envuelve. (El siglo pasado tuvimos la dicha de que Demi Moore la representara, pero Mr. Dimmesdale conoció a la original). Sus sueños no tienen que ver con el celuloide, sino con el sudor, con los aromas punzantes de Mistress Prynne en el patíbulo. Él intentó salvarla. Recuerda cuando salió de la multitud que rugía por sangre.
Hearken unto me, Hester Prynne!, dijo en un inglés muy viejo. Ese Hearken ya no suena. Hearken, y él le habla queriendo extirpar el pecado, mas se pierde como lancero en el perfume de yegua salvaje, en ese efluvio de piel femenina condenada al sol y a la vergüenza. Entonces… The young pastor’s voice was tremulously sweet, rich, deep, and broken. Roto quedó el reverendo. Vuelve el tiempo a la buhardilla eclesial. Dimmesdale olvida las Sagradas Escrituras, cierra el libro, abre la ventana. La luz de la cárcel lo llama. Hecha con robles soñolientos no puede encerrar la pasión de Hester. Ella palpita adentro. Salta Mr. Dimmesdale. Corre entre aullidos de lobos. Un indio piel roja ve cómo se aferra a los barrotes. El carcelero, the jailer, 3 de la madrugada, nada sospecha. Prynne ha atravesado todos los cerrojos. Asoma sus labios y el reverendo cae de rodillas. La saliva de Hester lo limpia. Agua reunida, el manantial sin color en que se esfuman los pensamientos del clérigo. Grita Dimmesdale como el primer sajón que murió asesinado por la lanza de Guillermo de Normandía. Ahora todo es nieve, sombras, y el inexorable río.
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