Número 165 |
La injerencia de la jerarquía católica en política no es novedad. Durante mucho tiempo ejerció una especie de veto a las políticas de gobierno no acordes con su doctrina. Pero la necesidad de controlar el crecimiento acelerado de la población mexicana en los años setenta comenzó a socavarlo. A las políticas de control natal y distribución masiva de anticonceptivos, le siguió la educación sexual en las escuelas y, más tarde, la promoción del condón para detener la epidemia del VIH. Contra todas ellas la iglesia católica se movilizó en su momento. Desde la sociedad civil, se ha pugnado porque de las políticas se transite al reconocimiento pleno de todos los derechos sexuales y reproductivos de la población. Pero desde la asunción del PAN al poder, la jerarquía católica ha vuelto por sus fueros, y ejerciendo toda su influencia y capacidad de presión se empeña por evitar que el reconocimiento de dichos derechos en el DF “contaminen” a las demás entidades del país. Su objetivo no es sólo revertir los logros en materia de derechos sexuales y políticas públicas sino que, enarbolando la bandera de la libertad religiosa, su meta es implantar la educación religiosa en la enseñanza pública. De ahí la importancia de la disputa semántica desatada en torno a los términos laico y laicidad, que aluden también a la libertad de conciencia y no sólo a la libertad religiosa. La defensa de los derechos sexuales y reproductivos amplía las fronteras del debate y lleva a radicalizar el significado de dichos términos. |
Violencia, mujeres y VIH Opinión La República laica Carlos Monsiváis LA CONTRA Calidad de vida Cumbre VIH 2010 Eficacia de los tratamientos antirretrovirales Editorial
|
||||