Número 154
Jueves 7 de mayo
de 2009
Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER
Directora general
CARMEN LIRA SAADE
Director:
Alejandro Brito Lemus
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Carlos Guevara-Casas
Influenza y las teorías de la conspiración
El 23 de abril pasado, el día de san Jordi y del libro, a las 23 horas, el secretario federal de Salud, en conferencia de prensa, anunció la emergencia epidemiológica acerca de la influenza porcina. Seis horas más tarde en varias redes sociales ya existían opiniones de que todo era una estratagema urdida desde el poder con miras a las próximas elecciones. Así que de acuerdo con esto habría un contubernio entre los ambulantes vendedores de tapabocas, farmacias, la Presidencia de la República, el jefe de gobierno del D.F. la Organización Mundial de la Salud, el estado de California, varios laboratorios trasnacionales, y todo para apoyar las candidaturas a jefes delegacionales de la ciudad de México. Lo curioso es que la ultraderecha estadounidense decía exactamente lo mismo acerca del VIH.
Jugoterapia antisida
Otro 23 de abril, el de 1984 la secretaria de Salud de los Estados Unidos, Margaret Heckler, anunciaba oficialmente la existencia del VIH. Casi desde ese momento las teorías de la conspiración abundaron. Por ejemplo, James Wickstorm -probablemente un pseudónimo- afirmaba en un video de la desaparecida Milicia de Montana que el VIH era un arma biológica para limitar las libertades de los ciudadanos blancos norteamericanos. Menos absurdos aunque igual de irracionales fueron los alegatos del llamado Grupo de Perth, formado al inicio por varios australianos, ninguno de ellos virólogo o inmunólogo. Según ellos, el sida no se debía al VIH, sino a factores como la desnutrición, la pobreza, pero especialmente la oxidación celular. Así que el consumo de antioxidantes como naranja, zanahoria y kiwi podían ser parte de la terapia. No faltó el gobierno africano que les hiciera caso agravando la epidemia en su territorio. El caso más grave de negacionismo del VIH/sida, por su hasta entonces indiscutible prestigio académico, es el de Peter Duesberg. Este científico propuso que el sida se debía al uso de drogas que iban desde cocaína hasta los mismos medicamentos contra el VIH. Claro está que todas estas conjeturas son falsas y no resisten ningún análisis serio. Curiosamente, fue el mismo Duesberg el que a principios de los años setenta descubriera algunas características del genoma de los virus de influenza que han resultado relevantes para entender los brotes actuales.
Ni magia ni complot
Los complots existen, eso que ni qué, pero las teorías de la conspiración siempre imaginan un poder inconmensurable, enemigos que están en todos lados, lo saben todo, infalibles, con recursos inagotables y que pretenden darle todo el poder a judíos, masones, comunistas o El Yunque . Tal vez tienen menos glamour, pero el virus de la influenza y el VIH existen, los padecimientos y las muertes son reales. Los microorganismos, a pesar de invisibles, son reales; la enfermedad y las epidemias también y esta ciudad lo tiene claro. La viruela marcó de nacimiento a la capital en 1521; sarampión en 1545; tifo en 1576 y 1581; viruela en 1743 y 1797 (con el Cristo de la Salud paseando por el Zócalo y el doctor Bartolache disparando cañonazos al viento para matar la viruela que imaginaba en el aire); más viruela 1804; en 1918, influenza española (una variedad de la de estos días que mató a 18 millones de personas en el mundo); en 1957, meningitis, etc. Conque ya lo sabe, el contagio es real, así que por favor use condón y tapabocas. Nada más no lo haga al mismo tiempo.
Carlos Guevara–Casas es Maestro en Ciencias,
profesor en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
http://www.versusprometeux.blogspot.com
S U B I R
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