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Encuentro iberoamericano
de poesía Carlos Pellicer
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Encuentro iberoamericano de poesía Carlos Pellicer
Jeremías Marquines
Tabasco ya no es un Edén. Esto fue lo primero que constataron los 113 poetas convocados al v Encuentro Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer, efectuado en Villahermosa, Tabasco, del 16 al 21 de febrero.
Una ciudad sitiada en que los contaminados costales de arena usados para contener el agua durante la pasada inundación enmarcan las palabras del llamado Poeta de América, espíritu titular de este encuentro: “Más agua que tierra. Aguaje/ para prolongar la sed./ La tierra vive a merced/ del agua que suba o baje.”
Más allá de la poesía de Pellicer, José Carlos Becerra y Rafael Alberti, poetas a los que este año se dedica el encuentro, pues cumplen treinta y dos, treinta y cuatro y diez años de muertos; más allá de los hoteles y los centros culturales, hay una ciudad sumida en el luto y la indignación por la masacre de diecisiete personas a manos de la delincuencia organizada en Macuspana. Es esta ciudad necesitada la que recibe las tiernas palabras de poetas de Chile, España, Ecuador, Venezuela, Argentina, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Uruguay, Colombia y veinticuatro estados de nuestro país.
Quizá por eso la maestra Norma Cárdenas Zurita, creadora y organizadora de este festival, el más grande en nuestro país dedicado exclusivamente a la poesía, dijo: “En tiempos difíciles los poetas son más que necesarios, son indispensables. Hoy más que nunca son seres privilegiados que cantando a las cosas fundamentales de la vida sienten la huella de la existencia en su raíz más profunda, la siguen y de esa manera señalan a sus hermanos el camino del cambio.”
Y nada más cierto. Hoy más que nunca la poesía es indispensable. No porque vaya a cambiar el mundo, pero cuando menos puede cambiar una vida, incluso la más miserable. La poesía, ciertamente, sirve para no sé qué rayos, pero al menos puede justificar nuestras angustias. Por eso el Encuentro Iberoamericano de poesía Carlos Pellicer, por sí solo ya es un triunfo de la poesía, sobre todo en una época en que los espacios para el disfrute y el ejercicio lírico son cada vez menos.
“Vamos a gritar hasta que los tímpanos de Dios o de quien sea revienten.” Este verso de José Carlos Becerra parece ser la consigna a seguir durante los cinco días siguientes del encuentro. El martes hay poetas por todas partes. De manera simultánea se llevan a cabo quince mesas de lectura en diferentes centros educativos. La idea, nos recuerdan los organizadores, es acercar la creación poética a las nuevas generaciones.
La poesía no se detiene. De los centros educativos va al mercado Pino Suárez, donde los poetas mercan sus productos poéticos entre el ruido de los pejelagartos frescos, las mojarras, los pijijes asados, el chicharrón y el posol, la bebida típica de Tabasco. El mercado luce lleno, los poetas van diciendo sus poemas por los pasillos entre marchantes y locatarios. La gente los escucha, aplaude, escribe en la palma de la mano un verso, una frase cazada al aire; ¡es tan barata la poesía!, por eso todo mundo puede tenerla. En el mercado hay generosidad, garulla, fiesta. La gente mira sorprendida a esos tipos y tipas de aspecto ausente cuando leen. ¡Ah!, los poetas no aprenden, siguen siendo lánguidos y afectados cuando leen. Pero a la gente le gusta, lo disfruta y aplaude, como la señora que vende pollo y pide tomarse una foto con el cubano Waldo Leyva.
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