Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de marzo de 2009 Num: 733

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Las diez películas
MARCO ANTONIO CAMPOS

Hugo Gutiérrez Vega:
75 aniversario

JUAN DOMINGO ARGÜELLES

“No te suicidaras”
ARNOLDO KRAUS

Parque México
JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

Poemas sobre gatos
CHARLES BAUDELAIRE

Mi gato Tyke
JACK KEROUAC

Sergio Mondragón: vigencia del Aprendiz de brujo
RICARDO VENEGAS

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Columnas:
Crónica
JUAN MANUEL GARCÍA
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


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Sergio Mondragón: vigencia del Aprendiz de brujo

CREDITO

Si creen que voy a decir que imagino
una puerta y salgo por ella hacia otros reinos,
lo lamento

Juan Manuel Roca

Hay quienes, obsesionados por las etiquetas, colocan signos, nombres, oraciones, símbolos o números con tal de clasificar, pero ¿cómo nombrar al misterio? En las que fueron las últimas líneas de su obra, Octavio Paz dijo: “Vivir es también pensar y, a veces, atravesar esa frontera en la que sentir y pensar se funden: la poesía.”

Pero, ¿cuál es el juego de la escritura? Allan Poe aseguraba que el principio y el final de un poema podían ser calculados. Para Baudelaire, creador del poema en prosa, el poema es un todo estético, hasta lograr circularidad en la obra. Para Vicente Huidobro el poeta no debería merodear la flor: “¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas!”, sino: “Hacedla florecer en el poema/ Sólo para nosotros viven todas las cosas bajo el sol./ El poeta es un pequeño Dios.”

El poeta Raúl Gustavo Aguirre pronunció: “La poesía es algo maldito y es necesario explicar de nuevo este lugar común. Maldita por ser la moral más pura en un mundo inmoral, el rostro único en un mundo inmoral, el rostro único en un mundo de máscaras, la hombría cierta ante la intelectualidad bufona y pierdetiempo. Maldita por ser la inteligencia y el amor fundiendo juntos. Maldita por sus exigencias, por su avidez de conciencia y de verdad, por su necesidad de existir sin condiciones.”

Aunque el poeta no es quien oferta definiciones de su arte, “el animal metafísico cargado de congojas” (Huidobro dixit) debe olvidar su nombre para ser un medio en el que confluyan los significados en varios planos. Devienen las palabras de Olga Orozco cuando nos advierte que una definición de la poesía es anacrónica porque ésta, al enunciarla, ya cambió, está en constante movimiento.

El poeta colombiano Jotamario Arbeláez, al realizar un recuento sobre el movimiento nadaísta dice: “La revista El corno emplumado de México, dirigida por Sergio Mondragón y Margaret Randall, publicaba nuestros escritos y nos tendía un puente para la comunicación, lo mismo hacía Ernesto Cardenal, el poeta sacerdote revolucionario.”

José Agustín es contundente: “En México se dieron pocos beatniks. El más connotado de todos fue el poeta Sergio Mondragón, quien [...] fundó El Corno Emplumado, una excelente revista literaria, bilingüe, donde publicó la plana mayor de los poetas beat de Estados Unidos.”

Reinventar el lenguaje, hablar con el idioma del fuego, oficiar como aprendiz de brujo, posesionarse del otro: entrar en la locura y regresar. Domar el orbe de palabras erosionadas por la repetición estéril de un cielo gobernado por la mercadotecnia.

Si el poema contradice al tiempo, el tiempo de la poesía es otro. Ante esta indiferencia, la poesía incursiona en los terrenos del espíritu, sitio donde la verdad es entrega, el silencio del poeta que regresa del viaje con mirada distinta.

La poesía de Sergio Mondragón nos enseña a mirar. Javier Sicilia lo confirma así: “Una poesía así trabajada desde lo más íntimo, nos transforma o no sirve para nada.”

Por ello dice en su Reencuentro con una amiga: “Pongo una fecha/ la recuesto en el tiempo/ vibra una hoja/ en la boca del libro/ bosques de calendarios/ se dan cita a las cinco/ sopla el viento de siempre/ vuelan los años atareados/ en fila hacia el encuentro/ surgen escenas desterradas/ al desván olvidado/ mientras corro a buscarte.”

Testimonio de que en el poeta se conjugan los tiempos, la obra de Sergio Mondragón ofrenda una poesía sin etiquetas.

Llegar a la poiesis que encierra la convicción de dar sin esperar el aplauso o la regalía, es un guiño de ojos al lector: léeme, aunque no soy el camino, la verdad y la vida; hay puertas que se abren, como las de la percepción.