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Noticieros matutinos: la insolencia de los mediocres
Fernando Buen Abad*
A fuerza de ostentar impunemente su mediocridad escandalosa, algunos sedicentes “periodistas” cobran (cara) su mansedumbre cómplice para hacer rentable el secuestro de las oligarquías mass media contra los espacios para la comunicación pública. Salvaguardados por concesiones o permisos, legalitos e ilegítimos a todas luces, usan un espacio público que no les pertenece. Cantan a grito pelado la desfachatez de su insolencia disfrazada de noticia, para regodearse en el chiquero de un “periodismo” mercenario que hace pasar por señoritos de la “objetividad” a unos cuantos vocingleros genuflexos especialistas en degenerar la realidad y criminalizar las luchas sociales. Los hemos visto hasta el hartazgo.
Ese show de los noticieros matutinos quiere asustarnos y desesperanzarnos. Nos quieren infestados de angustia, infelicidad, miedo; quieren que anide en nuestra inteligencia un dios degenerado que vende su pontificado de calumnias como “noticias” para estar “actualizado”. Dicen ser “periodistas”, “comunicólogos”, esos lebreles entrenados para recoger la presa “informativa”, adiestrados para traducirlo todo al lenguaje de sus amos, entrenados incluso en universidades y claustros de alta alienación para ahogar la verdad en saliva mercenaria. Exhiben, con cinismo triunfal, la médula ideológica de un muerto que deambula en las campiñas de la historia: el capitalismo mismo. Eso sí, un muerto farandulero adornado con escándalos, corrupción y oscuridad luminosa, como las pantallas de la tele . Los muchachos alquilados por la oligarquía mass media para leer sus noticias, son dueños de una mansedumbre dócil, servil, funcional, útil a la causa, que consiste en fabricar “información exclusiva de última hora” para engañar con siempre más de lo mismo. Sangre, sangre y más sangre.
El “mercado” de las noticias efectistas compra y vende muchachos con doble moral: bravucones y mansos. Talentos de la información “espectacular” que venden payasadas y degeneración galopante, leídas como si se tratara de noticias. Se piensan “simpáticos” y alguien les hace creer que son muy listos, porque cobran mucho por sus servicios, que contribuyen a criminalizar la lucha obrera, campesina, de movimientos sociales… minuto a minuto y “desde el lugar de los hechos”. No importa qué bajeza haya que usar: chistes vulgares, testigos falsos, jueces corruptos, políticos prostituidos, clérigos en desgracia… Cada mañana salen en la tele esos periodistas de la mansedumbre que siempre están bien dispuestos a bajarse los pantalones para cobrar fama y dinero. Según ellos, sus fines (mercenarios) justifican sus noticieros.
¿Alguien en su sano juicio puede aceptar que ese circo sanguinolento y canalla es oficio de periodistas verdaderos? Los medios burgueses venden como “noticia” su evangelio de violencia y desgracia cotidiana; comercializan huracanes, terremotos, sequías, balaceras, traiciones, corrupción y terrorismo mediático depurado como producción informativa de espejismos, ante las miradas atónitas de la población, niños, adolescentes, adultos, hombres y mujeres, y lo convierten en negocio: lindos muchachos, científicos de la “información”, “profesionales” de la noticia, “salvaguardas” de los hechos… sepultureros de la verdad.
En México, esos periodistas buitres mañaneros saborean y cobran (desde la posición más cómoda) su complicidad con los fraudes electorales, por ejemplo, y babean tras las chequeras de las “celebridades”. Esos mismos periodistas vividores medran en Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Venezuela, incluso, algunos, se hacen “catedráticos” o “presidentes”. Nos sirven como desayuno amargo sus jugos de sangre “informativa” para mantener la atención de ese público al que imaginan (con odio de clase) estúpido, holgazán, postergado para siempre, idiota crónico o idólatra consuetudinario, derrotado para siempre, a condición de que, claro, compre y compre diarios, noticieros, informativos con “candente actualidad”. Esos lectores de noticias mansos son la cara viva del mensaje neofascista e imperialista. Se llenan la boca, una y otra vez, con todo tipo de cinismos típicos del discurso burgués para resaltar el valor supremo de la “libertad de mercado noticioso”, inventan y acosan, mienten y agreden, tergiversan y traicionan cualquier cosa que les deje dinero, con la excusa retrógrada de que la impunidad empresarial privada es intocable. Esos bravucones mansos lectores de sus noticias, son la servidumbre visible de una industria de la alienación basada en producir rating con noticias farandulizadas y escandalosas. Guerra simbólica para desfalcar la verdad y hacer invisible la miseria y la barbarie que el capitalismo engendra a fuerza de explotar a los trabajadores.
Las noticias burguesas “cantadas” a gritos modulados por cierta estética de la estupidez mediática, en voz de los lectores de noticias mansos, contribuyen a la acumulación del capital y al aseguramiento de capital ideológico que anhela inocular en la clase trabajadora su odio, su pánico y sus estrategias geniales para reprimir voluntades rebeldes con un circo decadente de mentiras “informativas”. Y cuentan con patrocinadores que no son otra cosa más que barbarie cultural desatada en la ruta de la destrucción de toda organización revolucionaria de las fuerzas productivas, de las fuerza creativas des-alienadas y de las fuerzas comunicacionales apasionadas por la verdad y la emancipación de clase.
* México, 1956. Doctor en Filosofía, director de cine y vicerrector de la Universidad Abierta de México.
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