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Alondra de la Parra, batuta en Nueva York (I DE II)
Esta semana la directora de orquesta Alondra de la Parra termina su maestría de Dirección orquestal en la Manhattan School of Music de Nueva York. Tal cosa debe llenarnos de orgullo porque, además de ser mexicana, en ella se cumple una dualidad rara en nuestra tierra: por un lado se sabe privilegiada sin sentir vergüenza de ello y, por el otro, se compromete con sus raíces, a pesar de la distancia, en un proyecto de vida que exige largo aliento.
Recientemente invitada a dirigir la Orquesta Nacional de Rusia en colaboración con Joshua Bell y sir James y lady Jeanne Galway, lo mismo que a liderar la juvenil Simón Bolívar de Venezuela, la Sinfónica Nacional de México, la Filarmónica de Buenos Aires y la Filarmónica de Montevideo, entre muchas más, resulta inexplicable que no se le invite de manera continua a nuestro –su– país, no sólo a que dirija sino a que comparta con niños, jóvenes y maestros sus muchas experiencias en el mundo clásico. Por ello le seguimos la huella a Alondra durante algunas semanas, hasta que finalmente logramos lo que queríamos: conversar con ella.
“Empecé con el piano a los siete, con el chelo a los trece y a los quince me fui a Inglaterra –dice desde su teléfono celular–. Londres fue muy importante porque allá tocaba en dos orquestas, cantaba en dos coros y era la asistente del director. Entonces me di cuenta de que dirigir era lo mío. Luego regresé a terminar la prepa a México, al colegio Madrid, pero no la terminé porque ya no quería estar encerrada en el salón. Lo que quería era tocar el piano, hacer música.”
De avance “meteórico”, como dicen sus admiradores, lo cierto es que De la Parra tuvo la lucidez para saber lo que quería desde muy joven. “Por ello –continúa–, a los diecisiete años entré al CIEM del DF a estudiar composición y teoría para luego hacer la carrera de dirección. A los diecinueve me vine a Nueva York para perfeccionarme en el piano, porque como director necesitas un instrumento muy fuerte, entré a Julliard y finalmente me aceptaron en la Manhattan School of Music, lo que fue una gratísima sorpresa. A partir de ahí me especialicé en mi instrumento y entré a la maestría de dirección orquestal, misma que termino esta semana.”
Paralelamente, y esto es lo más encomiable en su trayectoria, es que apenas con veintitrés años de edad (hace cuatro) fundó la POA (Orquesta Filarmónica de las Américas por sus siglas en inglés), un deseo que parece obvio para una mujer mexicana que desea dirigir en Nueva York. Sin embargo, Alondra disiente: “De obvio no tiene nada –ataja–. Cada vez que lo pienso me pregunto por qué lo hice. Me fascina la orquesta y vale la pena, pero por miles de razones hubiera sido más fácil terminar mi carrera sinm fundarla, sin la responsabilidad y demanda que requiere. Veo a mis colegas estudiantes de mi edad y no tienen que preocuparse como yo… Pero bueno, la razón principal era responder a preguntas que me hacía continuamente: por qué las orquestas son todas tiesas y aburridas, por qué no van jóvenes a verlas, por qué no tocan música Latinoamericana.”
Fluida, concentrada y precisa, Alondra no cree en cuestiones de género. Y hace bien. Sin embargo, y como su biografía en internet subraya, “ostenta la distinción de ser la primera mujer mexicana en dirigir en Nueva York”, un logro incuestionable no sólo por las características de nuestro pueblo, sino por una tradición orquestal marcadamente masculina. Así se lo hacemos saber, pero se opone a la idea con un dejo de incomodidad: “Bueno, lo de ser mujer nunca me importó, ni me importa ahora, ni me importará... más bien me preocupaba que los compositores jóvenes de México no conocieran a los de Chile, Uruguay, Europa o Estados Unidos, por ejemplo. Por ello pensé en una orquesta con la capacidad de acercarse a nuevas audiencias de una manera distinta.”
Nieta de Yolanda Vargas Duché, reconocida escritora (hizo telenovelas como Rubí), hoy, a cuatro años de su iniciativa, Alondra pertenece a la junta directiva de la POA al lado de Emilio Azcárraga Jean (CEO, Grupo Televisa), Fernando Landeros (presidente, Fundación Teletón) y Arturo Sarukhán (embajador de México en Estados Unidos), entre otras personalidades, por lo que asume obligaciones que, como verá el lector en nuestra próxima entrega, se extienden a proyectos educativos de zonas marginales, un concurso para impulsar a compositores latinoamericanos y diversos compromisos artísticos, como su trabajo para la última película del cineasta francés Michel Gondry. Hasta entonces.
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