La primera película de Adriana Roel fue Mi esposa me comprende, dirigida por Julián Soler; seguirían varias decenas más como Días de otoño, de Roberto Gavaldón; Fin de fiesta, de Mauricio Walerstein, y Anacrusa, de Ariel Zúñiga. Sin embargo, los primeros contactos de la actriz con las artes escénicas y el público son todavía anteriores. Rosa María Gordeas Spoiler, nombre con que fue bautizada, comenzó a estudiar danza a los nueve años, y gracias a su talento llegó a ser solista en el Ballet de México y en el Ballet Moderno de Bellas Artes.
Adriana Roel nació en Monterrey, Nuevo León, el 5 de julio de 1934, y falleció ayer, 88 años más tarde, en Mérida, Yucatán, informó la Asociación Nacional de Actores, donde destacó como miembro de su sindicato.
En el Instituto Nacional de Bellas Artes estudió teatro, cuando Salvador Novo era director de la escuela de Bellas Artes. En 1957, logró su primera aparición como actriz, bajo la dirección del maestro de origen japonés Seki Sano, con la obra Los frutos caídos. Sin embargo, siguió procurando su formación profesional. Más tarde viajó a Francia, con una beca para el Conservatorio de Arte Dramático.
Con 50 años de carrera, hacía todavía hincapié en la preparación. “Continúo aprendiendo. Cada obra escénica se vuelve parte de la vida actoral: recuerdo mi primera puesta en escena, a los 16 años, bajo la dirección de Seki Sano, que fue trascendente en mi vida. Pero cada una de las obras en su momento se convierten en importantes, no puedo enumerarlas, todas las que he hecho son significativas”, afirmó en 2007 cuando se disponía a protagonizar Lou, la sibila de Hainber.
Cuando regresó a México, la carrera de Roel siguió creciendo y diversificándose. A los 26 años la actriz participó en su primera telenovela, Espejo de sombras, y con el tiempo su imagen sería frecuente en clásicos del género como Viviana, Si Dios me quita la vida, Amarte es mi pecado, Huracán y Rubí. Su trabajo llegaría a ser reconocido con dos premios Ariel como mejor actriz: en 1979 por la película Anacrusa y en 2014 por No quiero dormir sola.
Sin embargo, la verdadera pasión de Roel fue el teatro; llegó a participar en más de 40 puestas en escena, algo que le otorgó ideas firmes sobre este arte. “La verdad es lo más importante en el teatro: un actor podrá tener todos los títulos y haber trabajado en muchas obras, pero si no le crees al momento de actuar no sirve de nada”, sentenciaba.
Apoyo a nuevos talentos
Adriana Roel también fue directora, adaptadora y productora. Ya como una figura consagrada dentro del cine, la televisión y el teatro, la actriz también se preocupó por apoyar a nuevos talentos, como fue el caso de la realizadora Natalia Beristáin y su ópera prima, No quiero dormir sola, cinta que participó en competencia en el Festival de Cine de Morelia y que también fue presentada en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
“Me encanta trabajar con los jóvenes; agradezco a Natalia por elegirme y también a Mariana Gajá, por ser mi nieta en esta película; aprendí mucho de las dos”, expresó la actriz con 80 años entonces. También creía que el éxito de una película o una obra de teatro radicaba en sus historias y sus personajes. “Que el actor pueda identificarse con esos personajes, sin que esto signifique que haya vivido las mismas situaciones, pero sí que las emociones sean tan reales que las pueda transmitir”, pronunció.
Ese 2013 sería el último año en que participaría en una película y una telenovela; un año más tarde haría su última puesta en escena: Coroliano II.