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Cultura

2022-07-27 06:00

Evocan la tersura del estilo y el rigor de la buena filología de Antonio Alatorre

Antonio Alatorre (1922-2010) es uno de los filólogos “más destacados”, no sólo de México, sino del “hispanismo internacional durante la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del presente”, destacó su colega Luis Fernando Lara durante el homenaje organizado por el Colegio Nacional, con motivo del centenario del también crítico y escritor. En la imagen, Alatorre captado en 1996 en la Ciudad de México.
Antonio Alatorre (1922-2010) es uno de los filólogos “más destacados”, no sólo de México, sino del “hispanismo internacional durante la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del presente”, destacó su colega Luis Fernando Lara durante el homenaje organizado por el Colegio Nacional, con motivo del centenario del también crítico y escritor. En la imagen, Alatorre captado en 1996 en la Ciudad de México. Foto Rogelio Cuéllar
Periódico La Jornada
miércoles 27 de julio de 2022 , p. 6a

El centenario natal del filólogo, crítico literario y escritor jalisciense Antonio Alatorre (1922-2010) fue conmemorado por El Colegio Nacional, del que fue miembro desde 1981 hasta su muerte. La actividad fue coordinada por el lingüista Luis Fernando Lara, quien expresó que el homenajeado, junto con Margit Frenk, han sido los filólogos “más destacados” no sólo de México, sino del “hispanismo internacional durante la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del presente”.

Los artículos, los libros y las traducciones de Alatorre “conservan plenamente para nuestros ojos la frescura, la mirada juguetona e inteligente, la tersura de su estilo y el rigor de la buena filología”, aseguró Lara.

En el acto, la filóloga Martha Lilia Tenorio, discípula de Alatorre y quien recibió su herencia intelectual, dio a conocer una décima y varios sonetos inéditos del también novelista, que “pronto” publicará. Durante más de 25 años Tenorio fue “testigo cotidiano de la inquebrantable firmeza” de Alatorre, de “su coherencia e independencia intelectuales, su discreción, su dignidad y su seguridad autosuficiente a la que no le hacía falta exhibirse, ni recibir aprobaciones”. Características que consideró “una de sus lecciones más duraderas y dignas de atesorar, una lección moral que hoy, no sólo, pero sobre todo los académicos, necesitamos más que nunca”.

La conmemoración contó con la presencia vía Zoom de la filóloga española Amelia de Paz, para quien Alatorre “encarna de modo sobresaliente, y con acento singular, la continuidad en México de los métodos del Centro de Estudios Históricos, es decir, la más alta escuela fundada en Madrid en 1910”.

De Paz destacó que el homenajeado consiguió “sobreponerse a base de inteligencia y tesón a unas condiciones de partida muy adversas y por haber sabido asimilar las lecciones de sus maestros hasta el extremo de llegar a ser el mismo con toda naturalidad, sin complejos y tapujos”.

Consideró que el libro de Alatorre, Los 1001 años de la lengua española (1979), debería ser “lectura obligada” en España. “¡Cuánto subiría el nivel de nuestra educación si esta obra se empleara como manual de lengua y literatura en las escuelas!”, externó. Además, las personas se darían cuenta de que “la mayor parte de los hablantes de nuestra lengua materna son americanos”.

Participación en revistas

Alatorre tuvo una fuerte participación en una larga lista de revistas. Incluso dirigió la Nueva Revista de Filología Hispánica. El poeta David Huerta se centró en las cinco colaboraciones que el escritor tuvo en la revista Paréntesis, publicada entre 1999 y 2002: “Un paréntesis lingüístico”, “Disonancias en torno a Tasso”, “Oficio filólogo”, “Palíndromos y retrógrados” y “El mundo al revés”. En vista de que “no se pueden consultar en línea”, Huerta propuso la edición de estos ensayos breves.

Para el filólogo Jorge Gutiérrez Reyna, “las nuevas generaciones mantendremos vivo” a Alatorre no sólo al reconocer el valor y relevancia de su obra, sino también al “entrar en diálogo con él, ampliando y matizando todo aquello que él no le alcanzó a perfeccionar o terminar”.

Dedicado al estudio de Sor Juana Inés de la Cruz, para Gutiérrez Reyna el homenajeado es el “mayor sorjuanista del siglo XX”. En ese sentido, desde hace ya varios años “trabaja” con Alatorre a diario: “Lo leo, dialogamos, aprendo de su trabajo. Su erudición portentosa, aunque disfrazada de charla de café, se volvió mi modelo”.

El poeta Francisco Segovia se refirió al Alatorre novelista. “Su reticencia de publicar libros era legendaria y él sabía que podía verse alternativamente como humildad o soberbia. Salir al escenario y plantearse ante la batería de reflectores le costó muchos años; sin embargo, al final lo hizo. Con más de 50 años publicó, por fin, un libro, y qué libro, Los 1001 años de la lengua española”. No obstante, Alatorre nunca se animó a entregar su novela La migraña, que quedó inconclusa y salió de manera póstuma, apuntó Segovia.

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