Ciudad de México. Ser un buen sonidero implica “traer la música por dentro, para disfrutar y darle el gusto a la gente”, afirma José Luis Márquez, quien desde hace casi 20 años se encarga junto con su hermano, Francisco, del Sonido Barranquilla, originario del barrio del Zacatito en la Ciudad de México.
La historia de los hermanos comienza en los años 80, cuando de niños ambos coleccionaban discos de todo tipo que adquirían en las calles del barrio de Tepito.
“Empecé con unas cosas y ya después mi hermano tuvo la oportunidad de echarme la mano, y ya los dos iniciamos este sueño como sonideros”, resume en entrevista con La Jornada José Luis. Sin embargo, el proyecto fue bastante más complicado, “se necesitaba muchísimo dinero para comprar un equipo de audio”, recuerda.
Como parte de una familia de comerciantes, los Márquez han tenido que trabajar toda su vida a fin de poder reunir el equipo de audio necesario para dedicarse a su pasión. “Mi papá siempre ha sido comerciante, vendía en el barrio de Tepito grabadoras, relojes usados… él nos enseñó a repararlos. Es en lo que nosotros seguimos. Ahorita me estoy dedicando a reparar celulares, y mi hermano tiene un puesto de tacos. Siempre hemos sido comerciantes”, describe José Luis.
Al cumplir 11 años, el técnico y antigua voz de Sonido Barranquilla decidió dejar sus estudios, “y mi papá me dijo que el dinero no caía del cielo, y que no quería una mala persona en su casa, y me mandó con él a trabajar. La verdad al principio sí me daba pena, pero ya después cuando vi cómo se ganaba el dinero, me gustó, y así empezó todo lo del comercio”, agrega.
Gracias a que tenía un ingreso propio, el joven sonidero logró adquirir los primeros aparatos que él y su hermano necesitaban. “Siempre he querido cumplir los sueños de mis hermanos. Dios me dio la oportunidad de comprar un amplificador, una bocina, y así empecé a comprar las cosas”, cuenta. Más tarde Francisco también se unió a esos esfuerzos y él fundó un club de baile que se llamó Juventud Latina del Zacatito
(Izq.) Los Hermanos Márquez, acompañados de un guarachero (al centro); y en la imagen de la derecha una tocada. Foto cortesía de los sonideros y Roberto García Ortiz.
Cariño al ambiente que se crea en los barrios
Con el tiempo el proyecto de Francisco se extinguió y en 2003, él y su hermano comenzaron oficialmente con su Sonido Barranquilla, llamado así en honor a sus familiares que viven en Colombia. “Cuando vienen para acá, a veces nos traen un disco, o así, y ellos nos van asesorando en la música”, explica José Luis Márquez.
Desde entonces, el sonidero ha sido una actividad que los Márquez frecuentan principalmente por su cariño a la música y el ambiente que se crea en los barrios de la Ciudad de México. “En sí lo hacemos por amor, nosotros tenemos nuestro trabajo, porque es un dinero seguro y, pues sí, hubo responsabilidades.Ahorita sí ha bajado el trabajo de sonidero”, añade.
A raíz de la pandemia, los hermanos tuvieron que interrumpir las actividades de Sonido Barranquilla por más de dos años, algo que incluso representó una carga económica. “No tenemos casa propia, pagamos renta donde guardamos el sonido. Nosotros tuvimos que absorber ese gasto”, sostiene el sonidero.
“Lo que me gusta es que la gente lo disfruta, me gusta verla contenta, disfrutar”, reitera José Luis. En el barrio del Zacatito de la alcaldía Miguel Hidalgo, el proyecto musical de los Márquez es conocido principalmente por las cumbias y las guarachas que ponen; sin embargo, también han aprendido a adaptarse al ambiente y ofrecer una gran diversidad de ritmos, todo dependiendo de cada situación. “Cuando llega, uno se fija cómo es la gente en su humor, luego luego se da cuenta uno para saber qué proyectarles de música, ponemos una canción, y si vemos que las personas responden, nos agarramos de ahí”, comenta.
El Sonido Barranquilla encuentra su mayor nicho en fiestas familiares como 15 años o bodas, pero también existe un gran compromiso con su barrio de origen y su patrono. Aunque originalmente su aniversario se celebra en diciembre, la familia ha decidido establecer el 26 de junio como su fecha oficial, debido a que ese día San Pelayo Martín, patrono del barrio, es festejado.
Salsa, high-energy, mambo y cha cha cha son otros de los géneros que los Márquez suelen ofrecer a su público. A los hermanos les gusta pensar que poco a poco Sonido Barranquilla ha empezado a ganarse un lugar entre los grandes de San Juan de Aragón o la Villa en el ambiente sonidero.
Desde que comenzó su afición, los Márquez han sido testigos del cambio que los sonideros han experimentado. “Ha cambiado muchísimo en los ritmos, no es lo mismo, la verdad. Tiene más sabor la música de antes que la de ahora, la de hoy dice lo mismo, todo se trata de amoríos”, dice José Luis.
El gusto por la música también ha pasado a las nuevas generaciones de la familia Márquez, ahora el hijo de Francisco es quien se encarga del micrófono, algo que le ha permitido a su tío José Luis alejarse de vicios, “a mí sí me gusta echar trago, y pues es una responsabilidad también eso, y la verdad por eso fue que tomé la decisión de dejar a mi sobrino que él hablara”, afirma.
Alexis Márquez, de sólo 18 años, también ha hecho ya sus aportes al sonidero, “porque cada quien tiene el ritmo de la música y cómo lo proyecta. Mucha gente, así sonideros, bailan con su música, y uno los ve y es contagioso”, señala José Luis, quien ahora se encarga principalmente de hacer las conexiones del equipo.
Sonido Barranquilla festejará su aniversario con una presentación gratuita que se llevará a cabo el domingo, entre las calles Río Paraná y Río Tlacotalpan, de la colonia Argentina en la Ciudad de México.