Ciudad de México. En un insólito acto efectuado en el Campo Militar número Uno, que abrió sus puertas a víctimas y familiares de víctimas de la guerra sucia, Micaela Cabañas Ayala, hija del maestro insurgente Lucio Cabañas, reivindicó la lucha y figura de su padre en Atoyac, Guerrero, como preámbulo para exigir, ante el presidente Andrés Manuel López Obrador y el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresensio Sandoval, justicia para el guerrillero y para sus familiares que padecieron la represión y torturas, sólo por ser parientes de quien encabezó la Brigada de Ajusticiamiento.
“Fue obligado a hacerse pueblo, ir a las montañas y hacerse justicia para pedir justicia. A partir de esa fecha y durante los siguientes siete años se mantiene en rebelión contra la opresión y miseria propiciada por el régimen de entonces". Larga exposición para narrar la lucha armada de Cabañas hasta llegar a su muerte, cuando fue acorralado por el Ejército en la sierra y resultó víctima del tiro de gracia.
Micaela dijo haber estado en el Campo Militar desde que tenía dos meses de edad cuando, le contó su madre, llegaban los militares a apuntarle a la cabeza con una pistola, para obligar a la madre a revelar el paradero de Cabañas.
Otro testimonio vertido fue el de Alicia de los Ríos, que narró la historia de su madre, Micaela Cabaña Ayala, detenida el cinco de enero de 1978 por elementos de la Brigada Blanca y trasladada de manera inmediata a este campo militar, entre enero y mayo de 1978.
“Mi mamá fue vista por Ramón, Juan Manuel, Cirilo, Mario Álvaro y Alfredo, todos ellos trasladados a estas instalaciones después de ser detenidos a finales de mayo de 1978. Alicia fue trasladada desde aquí a la base militar 7 en Pie de la Cuesta, Acapulco. A partir de entonces no se supo más de ella".
Desde esa base -continuó - despegaba un avión que realizaba los "vuelos de la muerte", entre las costas de Guerrero y Oaxaca, en donde se lanzaban al mar los cuerpos de los detenidos. Es uno de los más de mil casos de desapariciones por motivos políticos perpetrados entre 1965 y 1990.
Reconoció la importancia de este nuevo esfuerzo y del trabajo de la Comisión de la Verdad. Exigió un compromiso de esclarecimiento y garantías de no repetición, a partir de un esfuerzo que debe ser exhaustivo para alcanzar la verdad, para lo cual es imperioso contar con el acceso, sin limitaciones, de los archivos militares, del recorrido de las instalaciones y la reconstrucción de los hechos.
“Que estas puertas que al fin se abren no se vuelvan a cerrar. A partir de investigaciones se deben identificar las cadenas de mando que participaron en perpetrar estos crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, observamos la ausencia de una institución vital en esta tarea, no está la Fiscalía General de la República”, dijo Alicia.
En su momento, Micaela ratificó que los familiares de Lucio Cabañas “sufrimos tortura física, moral y psicológica y muchas otras violaciones, incluida la sexual. Mi madre salió embarazada del gobernador de ese entonces -me da hasta asco pronunciar su nombre-, por el único hecho de ser familiares del maestro Lucio. Solamente por eso. Simplemente fue un luchador social y defensor de los derechos humanos de aquel entonces".
Agradeció la actitud del presidente para lograr esta impensable apertura del campo militar, "este lugar, donde muchos desaparecieron, y por lo que muchos familiares están a la espera de verlos regresar. Queremos acceder a la justicia. Yo quiero justicia por el asesinato de mi padre y de mi madre, quiero acceder a esa justicia. Confío”