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Economía

2022-05-20 06:00

Economía moral

Periódico La Jornada
viernes 20 de mayo de 2022 , p. 18

En 1987 presenté al Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza en América Latina (AL) del PNUD un largo informe sobre la pobreza en México, que había preparado el equipo mexicano que yo coordiné. El informe gustó mucho en la sede de dicho proyecto (Bogotá) y me contrataron para trabajar en ella, lo que hice de 1988 a 1991. Poco después el nuevo jefe del equipo mexicano, Antonio Suárez McAuliffe (ASM) escribió un comentario sobre dicho informe que incluía una severa crítica a la estructura de éste, destacando la falta de integración entre la medición de la pobreza de ingresos y la descripción paralela de los niveles y evolución de las carencias en necesidades básicas. Tenía toda la razón. Había reproducido el procedimiento de Coplamar y repetido su carácter fragmentario y desintegrado. Mi receptividad a esta crítica cambió mi visión del tema. Tuve la buena fortuna de haber conocido poco después las investigaciones de Beccaria y Minujin (1987, sobre Buenos Aires) y de Kaztman (1989, sobre Montevideo), quienes habían estado contrastando la población identificada como pobre por los dos métodos de medición de la pobreza en uso en AL: el de pobreza de ingresos (o línea de pobreza, LP) y el de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), concebidos como métodos alternativos. El de NBI es un método que, en sus variantes latinoamericanas (que he llamado restringidas por el muy pequeño número de indicadores que utilizan) conciben a un hogar como pobre si está carenciado en uno o más indicadores. Mirando NBI y LP en cada hogar, ambos formularon una matriz de contingencia como la que se muestra a continuación (con cifras de Perú, 1985). Ni Beccaria-Minujin, ni Kaztman se percataron que tenían a la vista un nuevo método de medición de la pobreza. En cambio, mi conciencia, agudizada por las críticas de ASM, percibió que había aquí implícito un nuevo método al que llamé Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), que concibe a LP y NBI no como métodos alternativos sino como complementarios, concepción de acuerdo con la cual la población pobre es la unión de ambos conjuntos de pobres. En el cuadro, los pobres con este método son la suma de los que están en las tres celdas marcadas en cursivas: los pobres por ambos métodos o por sólo uno de ellos. En la matriz del Perú: 40.7%+ 13.5%+16.5%= 70.7%. La racionalidad de concebir LP y NBI como métodos complementarios se deriva del insight que el bien-estar del hogar/individuo se deriva de las siguientes fuentes de bienestar: 1. Ingreso corriente, 2. Patrimonio familiar (o activos básicos), 3. Activos no básicos y capacidad de endeudamiento, 4. Acceso a bienes y servicios gratuitos o altamente subsidiados, 5. Conocimientos y habilidades y 6. Tiempo libre. La evolución del bien-estar a nivel social depende de la evolución del nivel y la distribución de las seis fuentes de bien-estar. La limitación principal de los métodos parciales (LP y NBI) es que proceden como si el bien-estar dependiera sólo de algunas de estas fuentes. LP sólo considera la fuente uno e implícitamente la fuente tres, cuando la variable observada es consumo y no ingreso (puesto que el consumo puede ser financiado vendiendo activos no básicos o endeudándose). Las aplicaciones en AL de NBI de acuerdo con los indicadores usados, considera implícitamente las fuentes dos, cuatro y cinco. Dos conclusiones resultan obvias. Primero, tanto LP como NBI son métodos parciales y, en consecuencia, sus resultados están sesgados, pues consideran sólo algunas fuentes de bien-estar. Segundo, las fuentes de bien-estar que ambos métodos consideran son diferentes. Por tanto, dichos métodos son complementarios y no alternativos.

Pero esta variante del MMIP (que ahora llamo variante original, VO) y que aplicamos en 10 países de América Latina, tiene defectos graves, lo que me llevó a desarrollar (1991-1992) la variante mejorada (VM) del MMIP. Dichos defectos provienen de defectos de las variantes de LP y de NBI que se integraron, acríticamente, en el MMIP-VO: 1. El MMIP-VO es un método que sólo puede usar la medida agregada de pobreza más elemental, la de incidencia (o proporción de pobres), 2. Esta incidencia no es independiente del número de indicadores utilizados, sino que crece cuando estos aumentan, defecto gravísimo para un método de medición, 3. Tiene una tendencia interconstruida a generar un descenso en la pobreza en el tiempo, debido al carácter fijo de sus umbrales. 4. Vía LP sólo mide la pobreza alimentaria. 5. No considera el tiempo libre como fuente de bien-estar. La VM del MMIP supera todos estos defectos, pero para superar el tercero requiere una tarea externa: la revisión periódica de indicadores y umbrales. La manera en la que maneja la información, transformando los indicadores no métricos de NBI a escalas métricas (cardinalización), lo habilita para el cálculo de todas las medidas agregadas, incluyendo las más elaboradas. El número de rubros puede ser aumentado sin que ello signifique necesariamente el aumento en la incidencia de la pobreza, como consecuencia de su capacidad para compensar la carencia en una dimensión con bien-estar por encima de la norma en otra. Incorpora una variante de LP basada en presupuestos familiares que cubren todas las necesidades humanas que se satisfacen por la vía del mercado y no sólo los alimentos. Finalmente, incorpora lo que constituye (junto con la cardinalización) la innovación más importante, el tiempo como una tercera dimensión, al lado de LP y de NBI. El reto de la crítica de ASM fue transformado, pocos años después, en un nuevo método de medición de la pobreza que permite superar la percepción esquizofrénica de realidades paralelas y desintegradas. En su lugar, emerge una visión holística que eleva nuestra comprensión dinámica de la pobreza. En la VM-MMIP, la pobreza de tiempo se mide mediante el índice de exceso de tiempo de trabajo (ET), que requiere determinar parámetros normativos de los requerimientos de trabajo doméstico y establecer las normas para identificar los miembros del hogar que se pueden dedicar al trabajo doméstico y/o extradoméstico. Araceli Damián ha realizado un análisis exhaustivo de las implicaciones teóricas y metodológicas del uso del índice de ET y ha mejorado la medición de la pobreza de tiempo. En futuras entregas analizaré de manera más detallada la construcción de la pobreza de tiempo y su combinación con ingresos

www.julioboltvinik.org

* Sigo muy de cerca, para esta narración, mi artículo “Treinta años de medición de la pobreza en México. Una mirada desde Coplamar”, Estudios Sociológicos, El Colegio de México, Vol. XXX, Número extraordinario, 2012, pp.83-110

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