Para concretar la transformación que requiere el sistema educativo mexicano es necesario fomentar un diálogo entre los grupos que forman dicho sector, tomando en cuenta experiencias y análisis internacionales, y haciendo que el gobierno del país se comprometa a dar los recursos financieros y humanos necesarios para ello.
Así lo afirmaron los participantes en la presentación del informe Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo contrato social por la educación, quienes señalaron que de este proceso depende encontrar soluciones a algunos de los principales retos mundiales, como la pandemia de covid-19 y el calentamiento global.
Al dar a conocer la versión en español del documento –elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unicef)–, Cecilia Espinosa, directora de la Fundación SM, explicó que el informe reúne propuestas de especialistas, estudiantes y maestros de varios países para mejorar los sistemas escolares. Sin embargo, la experta señaló que no se trata de aplicar “recetas globales” a la realidad mexicana, sino partir de algunas de las recomendaciones del informe para generar un proceso de diálogo sobre los cambios que deben hacerse al aparato educativo del país.
Las propuestas del documento están agrupadas en cinco ejes temáticos: pedagogías, currículo, equipos docentes, escuelas y ecosistemas de aprendizaje, y entre sus principales recomendaciones está el dar a los alumnos los conocimientos necesarios para valorar y cuidar el medio ambiente, con un enfoque intercultural e interdisciplinario.
“La pedagogía debería organizarse en torno a los principios de cooperación, colaboración y solidaridad”, para “fomentar las capacidades intelectuales, sociales y morales de los alumnos, para que puedan trabajar juntos y transformar el mundo con empatía y compasión”, indicó el informe.
Para que lo anterior se logre, consideró Cecilia Espinosa, es fundamental que las autoridades educativas de México garanticen los recursos suficientes para concretar las políticas y reformas necesarias, pues de lo contrario los informes como el de la Unesco pueden “quedar sólo en buenas intenciones”.