Con la misma sorpresa causada por el inesperado anuncio de Barack Obama en diciembre de 2014, ahora Joe Biden pretende hacer lo propio, y de la nada –a días de iniciar la Cumbre de las Américas, si en realidad se lleva a cabo– parece “flexibilizar” su política hacia Cuba (después de utilizar cualquier cantidad de epítetos negativos contra la mayor de las Antillas), y a propios y extraños notifica que aumentará los vuelos gringos hacia la isla, tomará medidas para “relajar” las restricciones sobre los viajeros estadunidenses y levantará las limitaciones a las remesas por parte de la comunidad cubana en Estados Unidos.
Se “flexibiliza”, dice, pero Biden procede como hizo Obama casi ocho años atrás: mucho ruido sin nueces, mucho caldo sin albóndigas, porque Estados Unidos mantiene intocado el brutal cuan ilegal bloqueo contra Cuba, el cual acumula poco más de seis décadas, de tal suerte que mientras no finalice el asedio contra la mayor de las Antillas nada cambiará en la relación bilateral, sin importar las supuestas muestras de “buena voluntad” (propagandística).
Con tal anuncio Biden pretende hacer un guiño a la golpeada y permanentemente ofendida comunidad latinoamericana, la cual, poco a poco y con diverso grado de intensidad, se manifiesta contra la decisión “selectiva” de participantes en la próxima Cumbre de las Américas, a realizarse, si en realidad se concreta, el próximo 6 de junio en Los Ángeles, California.
En diciembre de 2014 el entonces presidente Obama anunció “el cambio más radical en la relación bilateral en más de 50 años”, que no fue otro que el reinicio (“normalización”, le llamó) de lazos diplomáticos con Cuba, tras reconocer el rotundo fracaso de su política hacia la isla, es decir, “un enfoque caduco que, por décadas, ha fracasado en hacer avanzar nuestros intereses; tenemos la intención de crear más oportunidades para los pueblos estadunidense y cubano, e iniciar un nuevo capítulo entre las naciones de las Américas; medio siglo de políticas de aislamiento no han funcionado y es hora de tomar una nueva ruta; no creo que podamos hacer lo mismo por más de cinco décadas y esperar un resultado diferente” (pero el sucesor de Barack fue el neonazi de Donald Trump).
Bien, pero más allá de la novedad de la retórica, Obama no quitó el dedo del renglón, pues mantuvo intocado lo realmente importante: elbloqueo a Cuba, y para levantarlo, Barack, co-mo ahora Joe, no requería permiso alguno del Congreso estadunidense, de tal suerte que en “el cambio más radical” por él anunciado lo verdaderamente trascendente quedó afuera. Entonces, no pueden “normalizarse” los nexos bilaterales sin el fin del bloqueo. Así de sencillo.
Por cierto, va para el anecdotario: “Obama reconoció tácitamente la demanda de los países de América Latina por emprender un cambio en la relación con Cuba, al declarar: ‘estamos preparados para sumar a Cuba a otras naciones del hemisferio en la Cumbre de las Américas; hoy, Estados Unidos opta por desatarse de los grilletes del pasado para alcanzar un mejor futuro para el pueblo cubano, para el pueblo estadunidense, para todo nuestro hemisferio y para el mundo” ( La Jornada, 14/12/14). Ahora Biden insiste en marginar a la mayor de las Antillas de la Cumbre de las Américas, y lo mejor del caso es que el tal Joe fue vicepresidente con Obama.
Ante tal panorama, el gobierno cubano consideró que lo anunciado por Biden es positivo “pero de alcance muy limitado; no cambia en absoluto el bloqueo, ni las medidas principales de cerco económico tomadas por Trump, como los listados de entidades que están sometidas a medidas coercitivas adicionales, ni elimina las prohibiciones a los viajes de los estadunidenses; no revierte la inclusión arbitraria y fraudulenta de Cuba en la lista del Departamento de Estado sobre países que supuestamente son patrocinadores del terrorismo, una de las principales causas de las dificultades con las que tropieza nuestro país para sus transacciones comerciales y financieras en muchas partes del mundo”.
Las rebanadas del pastel
¿Y Andrés Manuel? “Celebramos que se avance, es un paso, aunque yo quisiera que no hubiera bloqueo, porque es violatorio de los derechos humanos, es una política medieval, no tiene nada que ver con nuestro tiempo y con la hermandad que debe haber entre nuestros pueblos y con la fraternidad universal”. En tanto, crece la lista de gobiernos que se abstendrían de participar en la Cumbre de las Américas.