La caída de las criptomonedas entre abril y mayo de este año se califica de la siguiente forma en los medios financieros internacionales: pánico, debacle, colapso, “criptoinvierno”, desesperación, “espiral de la muerte”, nerviosismo extremo… y no es para menos. Este mercado está a punto de dejar sin sus ahorros a millones de personas por el mundo.
Algunas de estas seudomonedas prácticamente ya no tienen valor. Son los casos de Terra Luna que bajó de 118 dólares por unidad a menos de un centavo de dólar o de las supuestas monedas estables como Terra UST, que se supone están vinculadas con monedas reales como el dólar, pero colapsaron de la misma forma.
El Bitcóin, que se vendía como una “maravilla natural” para enriquecerse de la noche a la mañana, también está en crisis. Este activo llegó a un nivel máximo de 68 mil dólares por unidad en noviembre de 2021. En la primera quincena de este mes ya cotizaba debajo de 30 mil dólares y debido al nerviosismo en el mercado, se espera que baje hasta los 20 mil dólares durante las próximas semanas.
Hay que señalar que la tecnología con la que operan es un gran desarrollo. El blockchain permite realizar intercambios seguros gracias al registro de transacciones encriptadas. Por ello, la utilizarán los bancos centrales a lo largo de los próximos años, con certidumbre y bajos costos.
Sin embargo, las actuales criptomonedas no tienen respaldo alguno de un emisor institucional, lo que significa que es un simple acto de fe lo que está detrás de las inversiones que se hacen con estos instrumentos.
En su mayoría los compradores de estos activos son jóvenes menores de 40 años que buscan volverse ricos en forma fácil. Como en toda pirámide financiera, con las criptomonedas los primeros que venden obtienen ganancias extraordinarias, pero los que se quedan pierden su dinero por la inexistencia de activos reales y por la falta de respaldo institucional.
Lo peor de todo es que algunos gobernantes, como Nayib Bukele de El Salvador, apostaron ingenuamente a las criptomonedas con el objetivo de controlar la inflación y la deuda del país. El resultado es que los precios de la deuda colapsaron durante abril y ahora la población tendrá que pagar la medida irracional de su gobernante.
La especulación es un mal de todos los tiempos.