El destino está aún en nuestras manos: o la humanidad cambia sus maneras de relacionarse con la naturaleza o, “como especie parasitaria que somos, terminaremos por ser expulsados del mosaico de vida que habita el planeta, al provocar la sexta extinción masiva”.
La advertencia es de la investigadora Andrea Sáenz-Arroyo (Ciudad de México, 1971), quien, sin embargo, se muestra optimista luego de que ha podido atestiguar de primera mano diversos ejemplos en el mundo –entre ellos, en varias comunidades de México, Islandia, Dinamarca, la costa oeste de Estados Unidos y las islas Fiji– de cómo algunos grupos humanos y poblaciones han logrado conciliar sus necesidades de desarrollo social y económico con el respeto y su integración al entorno ecológico.
Tales son las experiencias que la bióloga marina, doctora en economía ambiental y profesora-investigadora en El Colegio de la Frontera Sur reúne en el libro Mar de esperanza: Soluciones ciudadanas para un planeta sustentable, publicado por editorial Taurus, que será presentado hoy a las 19 horas en la librería Mauricio Achar (Miguel Ángel de Quevedo 121, Chimalistac), por el físico Alejandro Frank y la autora.
En entrevista, Andrea Sáenz-Arroyo sostiene que la humanidad “se encuentra atrapada en una paradoja crítica”, ya que como civilización y especie somos dependientes de los recursos naturales que obtenemos del entorno; sin embargo, el modelo económico hegemónico que nos rige está sustentado en la degradación del medio ambiente, al extremo de que hemos deteriorado la capacidad de la atmósfera de regular nuestro clima y estamos acabando con recursos esenciales para nuestra existencia, como el agua.
La especialista está convencida de que hay alternativas y, por supuesto, aún cabe la esperanza en el mundo contemporáneo, no obstante que el sistema económico imperante ha demostrado ser salvajemente rapaz y depredador con el planeta.
“Una de las frases que me salvaron de caer en la inocencia fue la de Julio Cortázar con la que abre el libro, de que ‘la esperanza pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose’. Intento dejar claro que definitivamente si seguimos como vamos no hay una ninguna esperanza de que continuemos siendo parte del mosaico”, sostiene.
“El sistema económico nos está llevando a desconectarnos de los procesos ecológicos de la Tierra. Si no nos deshacemos de las políticas económicas extractivistas, que son inconscientes de la dependencia que tenemos de la naturaleza, los que saldremos por la puerta de la vida seremos nosotros.”
En su opinión, la humanidad está propiciando y asistiendo a su suicidio como especie, como ocurre con todo organismo parasitario: “Tenemos una relación parasitaria con el planeta. Podríamos no serlo, porque, además, tenemos el distintivo, como lo han asentado algunos teóricos, de ser la única especie capaz de describirse a sí misma. Eso es la ciencia y ése es el papel de la ciencia. O sea, si dejamos el destino de nuestra relación con el planeta a las opiniones, a las sensaciones, a las ideologías, pues entonces como cualquier especie parasitaria nos va a escupir el planeta”.
Considerar que no hay alternativas para las condiciones actuales del mundo es parte de un pensamiento colonizado, según Sáenz-Arroyo, quien mantiene la convicción de que radica en la ciudadanía, la sociedad civil, el poder para presionar y cambiar el rumbo de las cosas.