Ciudad de México. El hueco que dejó el desplome de una trabe en el tramo elevado de la Línea 12 del Metro y la reja de acceso a la estación Olivos tapiada de cruces blancas con los nombres de las 26 personas fallecidas en el incidente dan testimonio de la tragedia ocurrida hace un año, junto con el caos en el transporte y el tráfico que enfrentan los pobladores de Tláhuac por el cierre del servicio.
Al medio día de este 3 de mayo, frente a la reja de la estación Olivos, ocho veladoras y cuatro ramos de flores rodeaban un altar, con una corona de flores y la fotografía de una mujer al centro, sonriente, en un centro vacacional, y un globo con la inscripción: “Vives en nuestro corazón Chely”.
La familia de Araceli Linares ya no estaba allí, pero sí la de Sergio Valentín Rodríguez, su esposa Guadalupe Salas acudió con hijos y nietos para realizar un ceremonial con elementos de mexicanidad.
“Es para que se vaya a descansar en paz, ha sido muy difícil aceptar que ya no está y no habíamos tenido la oportunidad de venir a agradecerle y hacerle presente que sus nietos lo recuerdan”, comentó.
Pegado en un extremo, un cartel, simulaba la iconografía propia del Sistema de Transporte Colectivo, con 26 recuadros pero con imágenes alusivas al oficio de las víctimas y los nombres de cada uno de ellos. Con cinco predominaba el del trabajador de la construcción.
Comerciantes de la zona también resienten los efectos de la tragedia, “La pandemia nos pegó en un 10 por ciento y la caída del Metro en un 90”, dice Rosa María Valencia, encargada de la antojería La Unión, a un costado de la estación, que al mermar sus ventas debió prescindir de personal y acortar su horario de servicio.
Al paisaje de la zona se añadió en abril un módulo de atención de la Secretaría de Obras y Servicios (Sobse) para recabar incidencias relacionadas con la obra. Se han recibido peticiones de bacheo, alumbrado público y otros servicios, explicó Eduardo Amado, pero la mayoría reclama que el servicio emergente del Metrobús y RTP es insuficiente para atender la demanda de la línea del Metro.
Yolanda Vázquez, vecina de Los Olivos, trabaja en una escuela del IPN en Coyoacán y para llegar debe salir con una hora y media de anticipación para un trayecto que recorría con el Metro en 40 minutos, “es un caos y un trafical donde se están haciendo arreglos”, dice, aunado a que las unidades “van hasta la madre”.
En ese punto, llamado “zona cero”, como lo identifica la misma Sobse en una lona colocada en el punto del desplome, no se instaló estación emergente del Metrobús por lo que la presencia de usuarios es menor y el comercio tiene también menos clientes. Valencia refiere que Antojitos La Unión empleaba hasta a una docena de personas en dos turnos y tenía un horario de 9:00 a la media noche, pero ahora sólo ocupa a dos trabajadoras y después de las 8:00 de la noche la calle ya está desierta.
Xóchitl Ibañez, encargada de una paletería La Michoacana, refiere también que después del incidente las ventas cayeron en un 50 por ciento.