Ciudad de México. Con 98 millones de católicos en México, que representan el 77.7 por ciento de la sociedad, la Iglesia Católica señaló que sigue siendo un actor fundamental en la construcción de un mejor país. A través de su editorial del semanario Desde la Fe, recordó que 30 años después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas la Iglesia, el Estado Mexicano y la sociedad "debemos redoblar esfuerzos para conseguir, juntos, la paz y el bienestar de todos los mexicanos".
Indicó que este año, México celebra el 30 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, la cual calificó de una fecha "de gran relevancia que puso fin a un largo período de confrontación, que comenzó con la persecución religiosa sufrida por los católicos durante las primeras décadas del siglo pasado".
Al respecto, detalló que septiembre de 1992, cuando su Santidad Juan Pablo II era Sumo Pontífice, y Carlos Salinas de Gortari el presidente de México, las autoridades mexicanas y de la Santa Sede plasmaron su firma en un documento que ha permitido a la Iglesia caminar junto con el Estado mexicano mirando al futuro, compartiendo valores como la solidaridad, la paz y la justicia.
En aquellos años, recordó, el actual secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, estaba asignado a la Delegación Apostólica en México que encabezaba el Nuncio Girolamo Prigione, y pudo presenciar y participar del "intenso trabajo" de negociación que precedió al acuerdo final.
Apuntó que tres décadas después, en el marco de la celebración de esta efeméride, el cardenal Parolin volvió a México para recordar que la laicidad no debe tener un sentido negativo, e hizo un llamado a las autoridades mexicanas a impulsar juntos “un renovado pacto de mutua colaboración, marcado por un profundo respeto de la legítima distinción entre Estado e Iglesia, un pacto basado en el principio de la laicidad”.
Añadió que el año pasado, en otro viaje a México, Parolin ofreció un mensaje junto al canciller mexicano Marcelo Ebrard. En aquella ocasión, dijo, nos invitó a pensar en una laicidad positiva y constructiva, que no sea motivo de división, sino que respete y acoja “la valiosa contribución que las convicciones espirituales ofrecen a la sociedad”.
"El principio de laicidad, agregó entonces el cardenal Parolin, ya no debe entenderse como oposición entre las esferas religiosa y secular, sino como una autonomía necesaria de compromiso y acción por el bien común".