Jerusalén. Más de 340 personas resultaron heridas el viernes en enfrentamientos entre manifestantes palestinos y policías israelíes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, los primeros disturbios desde el comienzo del Ramadán, que hacen temer un rebrote de violencia en los territorios palestinos. Al menos “154 heridos palestinos fueron trasladados” a hospitales de Jerusalén y 344 en total fueron atendidos en el lugar, reportó un responsable de la Media Luna Roja palestina. La policía israelí informó de tres heridos entre sus efectivos. Según una ONG de defensa de los presos palestinos, unas 400 personas fueron detenidas.
Los disturbios comenzaron cuando varios palestinos lanzaron piedras y las fuerzas de seguridad israelíes respondieron con balas de goma y granadas de estruendo. Poco después, “decenas de jóvenes alborotadores encapuchados”, algunos ondeando la bandera del movimiento palestino Hamas, “iniciaron una procesión” por la Explanada de las Mezquitas y lanzaron piedras contra el Muro de las Lamentaciones, indicó la policía israelí.
Omar Al Kiswani, director de la mezquita de Al Aqsa, situada en la explanada, informó de un segundo incidente ocurrido por la mañana que implicaba una irrupción de las fuerzas de seguridad pública israelí en el propio lugar de culto.
“La ocupación (nombre dado a Israel por los palestinos) sabe que la mezquita Al Aqsa es una línea roja que no debe cruzarse”, declaró a Afp.
En medio de lugares santos
Estos enfrentamientos en la explanada son los primeros que se registran este año durante el mes de Ramadán, periodo de ayuno y oración en el que los palestinos musulmanes acuden por millares a rezar en la referida mezquita, tercer lugar santo para el islam.
La Explanada de las Mezquitas está situada en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en el este de la ciudad, una parte ocupada por Israel desde 1967 y que los palestinos reivindican como capital de un futuro Estado.
“Llamamos a los fieles a mantener la calma y que hagan sus plegarias de manera ordenada. La policía israelí no permitirá que alborotadores alteren la oración ni el orden público”, aseveró la autoridad de Tel Aviv en un comunicado.
El primer ministro Naftali Bennet se reunió con el comisionado policial, Kobi Shabtain, y el ministro de Seguridad Pública, Omber Bar-Lev, en Jerusalén y después declaró en su cuenta de Twitter: “estamos trabajando para dar seguridad a los ciudadanos israelíes”.
A su vez, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abás, condenó los disturbios. “La irrupción de fuerzas de ocupación a la mezquita de Al Aqsa es un peligroso acontecimiento y un sacrilegio equiparable a declararle la guerra al pueblo palestino”, indicó Nabil Abu Rudeinah, vocero del gobernante.
Esta zona de la Ciudad Vieja de Jerusalén es escenario habitual de enfrentamientos entre policías israelíes y manifestantes palestinos.
El año pasado, durante el mes del Ramadán hubo manifestaciones nocturnas que avivaron la violencia y provocaron ataques con cohetes y otros proyectiles de parte de grupos armados palestinos desde Gaza hacia Israel, cuyo ejército respondió con una severa ofensiva sobre la franja.
Hamas, que controla Gaza, vio sus capacidades militares mermadas en los enfrentamientos de 2021 y buscaría mantener el conflicto activo en Cisjordania y Jerusalén, estiman los analistas.
La franja de Gaza, donde viven unos 2 millones de palestinos, sufre un severo bloqueo israelí desde hace 15 años que aísla y empobrece a este territorio. Y cuando el conflicto arrecia, Israel corta los escasos respiraderos de este enclave, como por ejemplo los permisos para que gazatíes trabajen en Israel, que se conceden a cuentagotas.
“Hamas no quiere otro enfrentamiento”, asegura en cambio Mujaimer Abu Saada, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Al-Azhar de Gaza.
La Unión Europea, Estados Unidos y la Liga Árabe expresaron su preocupación, y el mediador de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para Oriente Medio, Tor Wennesland, solicitó “eliminar las confrontaciones de manera inmediata” para “evitar provocaciones por parte de los radicales”.
Francia, por su parte, reclamó la “máxima moderación”, mientras que Qatar, que ha mediado entre Israel y los palestinos en el pasado, expresó su “enérgica condena” del “ataque a los fieles” musulmanes.
Fragilizar la coalición
“No tenemos ningún interés en que el Monte del Templo (como llaman los israelíes a la Mezquita de Al Aqsa) se convierta en centro de violencia. Esto perjudicaría a la vez a los musulmanes del lugar y a los judíos del Muro de las Lamentaciones” comentó el ministro israelí de Seguridad Pública, Omer Bar-Lev, miembro de la heterogénea coalición del gobierno de Bennett, quien perdió su mayoría en el Parlamento la semana pasada tras la salida sorpresa de una diputada de derecha.
Ante el panorama anterior, una actuación policial demasiado dura podría fragilizar el apoyo de los legisladores árabes a la coalición, mientras que los actos de violencia por parte de los palestinos o de los árabes israelíes fomentaría nuevas salidas de los parlamentarios de la derecha, según la prensa local.
Los enfrentamientos coinciden con el inicio de la pascua católica y la pascua judía, la Pésaj, y se producen después de semanas de tensión en Israel y Cisjordania, territorio ocupado desde 1967 por Israel.
La Unión Europea pidió a las partes israelí y palestina que “cesen las hostilidades” y respeten el estatus de los sitios sagrados. El coordinador de la ONU para el proceso de paz en Medio Oriente, Tor Wennesland, expresó su preocupación por el aumento de la tensión en Jerusalén.