Café caliente de olla y una rebanada de pan casero amenizó la convivencia entre pobladores y actores de los ocho barrios de Iztapalapa con la que finalizó el viacrucis en las primeras horas del Viernes Santo en el lugar de los ensayos, donde 400 personas participan por convicción desde hace tres meses en la 179 representación de la Pasión de Cristo.
Después de la una de la mañana aún permanecían en la casa verde claro con puertas blancas y patio grande algunos apóstoles, romanos, clarines, fanfarrias y los hebreos, así como las damas de Herodes, jóvenes de 15 a 19 años que ya habían cambiado sus túnicas y huaraches por tenis, pantalón de mezclilla y sudaderas y se alistaban para retirarse a sus domicilios en los barrios La Asunción, Santa Bárbara y San Miguel.
Minutos antes, al domicilio que desde hace 65 años es sede de los ensayos, decenas de familias completas, parejas y grupos de amigos hicieron una larga fila para despedirse de Axel, quien personificó a Jesús, y se quedó encarcelado. No hubo música, sólo se escuchaban las voces de los asistentes.
Además del olor a café, se respiraba un ambiente de alegría y emoción de los actores que por primera vez personificaron a las damas de Herodes, que se tomaban selfis con su celular, pero el mismo entusiasmo expresó un hombre que representó a un guardia, a pesar de que su intervención fue la número 20, y que al igual que la mayoría de los artistas decidió retirarse con su atuendo.
El representante vocal del comité organizador, Juan de la Cruz, quien personificó a Neftalí, aseguró que no existen casos de corrupción en los roles, por lo que señaló que “desgraciadamente hay mucha gente que dice que el papel ya estaba vendido, pero son gente que no quedó; entonces, por dolor dicen eso”.
Conocido como Cañas, recordó que desde hace 50 años se perdió la tradición de dos hombres que caminaban por los pueblos tocando la chirimía –flauta de barro o carrizo– y el teponaztli –un tambor– con los que se anunciaba ocho días antes la llegada de la Semana Santa.